Las canciones de Álvaro Carrillo han dado la vuelta al mundo, y han puesto en alto el nombre de México y de Oaxaca.
Dentro de la música bohemia figuran muchísimas canciones; y, en ocasiones, sus autores pasan desapercibidos. Podemos cantar con el corazón esa melodía que expresa exactamente lo que estamos sintiendo, y, al mismo tiempo, desconocer cómo nació y quién fue el responsable de darle vida. Álvaro Carrillo es uno de esos grandes.
Sin temor a equivocarnos podemos asegurarte que más de una vez en tu vida has cantado, coreado o disfrutado alguna canción de Álvaro Carrillo, ya que de su mente creativa salieron un sinnúmero de composiciones, que hoy en día acompañan a las reuniones, serenatas, y, en general, a cualquier situación que, acompañada de una guitarra, se torne bohemia.
Los primeros años del artista Álvaro Carrillo
Nació en San Juan Cacahuatepec, un poblado de la Costa Chica. Álvaro Carrillo, al igual que Quixe, se reconoció orgullosamente oaxaqueño. De niño ayudaba a su padre con el trabajo del campo… Bueno, se supone que ese era su deber; aunque la mayoría de las veces se perdía bajo la sombra de un árbol, en las aventuras de un buen libro. Cuenta, incluso, que esta actividad se convirtió en su favorita, pero que le ocasionó muchas peleas por faltar a su obligación.
Todas las hazañas que Álvaro recopiló a través de las páginas, junto con las experiencias que la vida cotidiana le regalaba, le valieron para echar a andar su imaginación y dejarnos un legado de más de trescientas piezas musicales. Conozcamos juntos la historia de algunas de las más famosas.
Donde nace una canción
Su educación básica la cursó en la misma región de la Costa Chica; pero fue ya entrada su juventud cuando decidió salir de su tierra natal para ingresar a la Universidad Autónoma Chapingo, en el Estado de México, donde estudió la carrera de Ingeniero Agrónomo. Durante esos años recopiló un sinfín de aventuras, siempre acompañado de su fiel amiga, la guitarra. Su primera canción se tituló Celia, y fue un regalo que hizo a uno de sus mejores amigos, para que la pudiera dedicar a su novia, que llevaba el mismo nombre.
Durante su estancia en la universidad creó, también, una de sus canciones más conocidas: Luz de Luna. Y es que es cierto que la inspiración llega de todos lados, pues esta pieza nació cuando Álvaro se encontraba castigado en una de las torres de Chapingo, después de que el rector de la institución se enterara que planeaba fugarse para tener una cita romántica. Encerrado y decepcionado por no haber podido asistir a la cita se quedó mirando a la luna, y de su melancolía nació esta composición, que más tarde sería inmortalizada por Javier Solís, y hace poco por Natalia Lafourcade.
Amor a Chapingo
En este periodo de su vida, Álvaro Carrillo vivió tantas alegrías, anécdotas y tristezas que dejó todo el agradecimiento que le tenía a Chapingo en una canción, que se ha convertido en el himno que año con año entonan las generaciones egresadas de la universidad. Adiós a Chapingo nunca puede faltar en las ceremonias de fin de curso, porque en sus líneas se expresa el amor y reconocimiento hacia la escuela que los formó:
“Camino del deber, mi bandera será
la escuela que me dio saber y fe, Chapingo adiós”.
Álvaro Carrillo o el cazador de momentos
Dice el compositor mexicano, Bruno Danzza, que “el músico bohemio es por excelencia un cazador de momentos”, y en Quixe estamos totalmente de acuerdo. Resulta un arma de doble filo la sensibilidad con la que cuenta un músico: por un lado, impulsa la creatividad para la composición, pero, por otro, lo atormenta constantemente; por ello canta el bohemio, para gritar entre notas, y desde el fondo del alma, lo que con simples palabras no se puede expresar.
Así nació El Andariego; canción que Álvaro Carrillo le compuso a su hija cuando murió tan solo unos días después de haber llegado a este mundo. Con 19 años de edad, Álvaro se había convertido en padre, pero dado que la niña necesitaba hospitalización por su estado de salud, decidió salir a cantar en restaurantes y bares para ganar algo de dinero. Inmensa fue su tristeza cuando, a su regreso, recibió la noticia de que su primogénita no resistió, pues había fallecido unos días atrás. Lleno de dolor pidió que lo llevaran a su tumba y de ahí salieron las palabras para su hijita:
“Perdona mi tardanza te lo ruego,
perdona al andariego que hoy te ofrece el corazón”.
Las canciones que llevaron a Álvaro Carrillo a la inmortalidad
El legado de Álvaro Carrillo se extiende a más de trescientas canciones, pero son dos especialmente las que lo llevaron a la fama internacional: Sabor a mí y Se te olvida. Quién no ha coreado las líneas que dicen “…no pretendo ser tu dueño, no soy nada, yo no tengo vanidad…”. Sin exagerar, esa canción le ha dado la vuelta al mundo, para que te des un quemón te dejamos estas versiones, una del grupo colombiano Monsieur Periné y la otra, en francés, de Gloria Lasso.
Se te olvida tuvo éxito en México y el mundo. En nuestro país, interpretada por Pepe Jara, se convirtió en el opening de la telenovela La mentira, de 1965, producida por Ernesto Alonso; es por ello que a esta canción también se le llama por el nombre del melodrama que caracterizó. En Estados Unidos fue interpretada por el director de orquesta Percy Faith, el pianista Carmen Cavallaro y, quien la llevaría a cada rincón del mundo, Frank Sinatra, bajo el nombre de Yellow Days.
La partida de un grande
La vida de Álvaro Carrillo fue relativamente corta. Murió a causa de un accidente automovilístico a la edad de 49 años, pero nos dejó una herencia musical cuya riqueza no se puede igualar. Él seguirá vivo mientras cantemos desde nuestro ronco pecho las canciones que, alguna vez, salieron de lo más profundo de su corazón.
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