Parece mentira, pero, si has visitado el centro de Oaxaca, habrás notado que hay una iglesia en cada esquina. Unas son más populares y se convierten en una parada obligatoria de nuestro andar turístico; otras se encuentran ahí, esperando a todo viajero con las puertas abiertas. Este es el caso del Templo de la Compañía de Jesús en Oaxaca, el cual, aun cuando se encuentra en la periferia del Zócalo oaxaqueño, resulta desconocido para muchos transeúntes. Quédate y no te pierdas de toda la historia que este asombroso lugar tiene para ti ¡Comenzamos!
El templo de la compañía de Jesús en Oaxaca, sobreviviente de la historia
Si ya de por sí la arquitectura novohispana es increíble, la historia de esta construcción la vuelve doblemente fascinante; sus muros han visto pasar fundaciones, expulsiones, sismos, expropiaciones y restituciones ¿Te parece demasiado? A nosotros también, así que vámonos por partes.
Un nuevo colegio para Antequera
Los jesuitas, como se les conoce a los miembros de la Compañía de Jesús, arribaron a la Villa de Antequera —antiguo nombre de Oaxaca— en 1579. Seis años antes habían llegado a la Nueva España por petición de los frailes y de la Corona Española, para hacerse cargo de la educación de los criollos, es decir, los hijos de españoles que habían nacido aquí.
En 1576 comenzaron las obras del nuevo Colegio de la Compañía en Oaxaca; abarcaba toda la manzana del templo que nace en las actuales calles de Valerio Trujano y Flores Magón. En 1584 se abrieron las puertas a los primeros estudiantes y en 1600 se permitió el acceso a una primera etapa constructiva de la iglesia; esta se dedicó a San Francisco Javier, patrono de las misiones, aunque era más bien conocida por su consagración a la Virgen de la Inmaculada Concepción.
La sobriedad en la educación: el Templo de la Compañía de Jesús en Oaxaca
Como el principal objetivo de esta orden era impartir educación de calidad, el ornato y la solemnidad pasaron a segundo término. En este templo, a diferencia de otras joyas coloniales, como Santo Domingo, se puso énfasis en la sencillez de la arquitectura. La fachada carece de excesivos adornos, y, su interior, de retablos horadados que demuestren la opulencia del clero.
Además, regresando al exterior, encontramos dos torres incompletas, sobrevivientes de los sismos ocurridos durante los s. XVII y XVIII; con ellos, se vinieron abajo las puntas del campanario. Cuando nos encontramos frente a este maravilloso templo nos puede venir a la cabeza la sensación de estar frente a la Notre Dame oaxaqueña.
Cambio de planes
Todo parecía ir viento en popa, el colegio brindaba educación de calidad a los nobles criollos y los preparaba para forjar el mañana; hasta que un trágico suceso aquejó de nuevo. Por órdenes de la Corona Española los jesuitas fueron expulsados en 1767 de todas sus colonias, incluyendo la Villa de Antequera.
En ese momento la administración pasó a manos de las Monjas Concepcionistas, quienes se hicieron cargo del templo y del colegio. Un siglo después, ambos predios fueron expropiados por las Leyes de Reforma y el recinto quedó olvidado por algunas décadas, hasta que la parte que correspondía al colegio y al convento se fraccionó y vendió a particulares, actualmente se encuentra ocupada por comercios.
De regreso a los jesuitas
Hoy en día la administración de esta joya arquitectónica ha vuelto a manos de la Compañía de Jesús; fue restaurada en distintos elementos y ahora forma parte de los muchos templos que nos ofrece Oaxaca. Además, reside en el lugar la sede del Centro Arrupe – Oaxaca, donde podemos encontrar un mosaico de actividades culturales, tales como charlas, presentaciones de libros o muestras de arte.
No dejes de visitar esta majestuosa obra, que, pese a las adversidades del tiempo y la historia, te espera con las puertas abiertas.
3 comentarios en “El templo de la compañia de Jesús en Oaxaca, la prueba del tiempo”