Un grupo de mujeres que pone en alto el nombre de Oaxaca y de México en el mundo
Conocer las artesanías de Oaxaca es una verdadera delicia. A través de ellas podemos adentrarnos un poco en las diferentes culturas y colaborar con los artesanos que viven de su elaboración y venta. Esta es la historia de Macrina, una mujer que con todo y miedo, tomó sus piezas de barro y se fue a construir su futuro. ¿Ya te picaste? No te pierdas esta entrega y conoce la historia de las Mujeres del Barro Rojo.
Donde comenzó todo: la historia de Macrina Mateo
Macrina Mateo Martínez es oriunda de San Marcos Tlapazola y comenzó a trabajar el barro rojo desde que era niña. Con tan solo ocho añitos de edad, lo tomó entre sus manos y lo moldeó bajo la instrucción de su madre que, a su vez, aprendió el oficio de su abuela. Cuando era adolescente solía salir a ofrecer el producto de su trabajo a los pueblos vecinos, ya fueran vasos, cajetes o cantaritos; a cambio de ellos recibía dinero o algunas verduras para poder preparar los alimentos.
En una ocasión le ofrecieron un manojo de cebollas por una pieza que le había costado mucho trabajo hacer, lo que le provocó una gran decepción por el poco reconocimiento y valor que se le daba a su esfuerzo. Aunado a ello, los usos y costumbres de su pueblo limitaban la misma distribución del barro, pues las mujeres eran las principales productoras de estas artesanías, pero no tenían derecho de salir más allá de los territorios cercanos a Tlapazola.
Así, ella decidió enfrentar esas tradiciones e incluso a su propia madre. A los 15 años se trasladó a la capital del estado, sin saber hablar bien español; ahí dio a conocer el barro rojo. Gracias a la joven Macrina, este material comenzó a tener reconocimiento entre los habitantes de Oaxaca y ante el turismo nacional y extranjero.
Si lo tuyo son las artesanías de Oaxaca, planea tu viaje y échale un vistazo a Artesanías, mezcal e historia: 5 rutas desde el centro de Oaxaca
La unión hace la fuerza: historia de las Mujeres de Barro Rojo
Una vez que Macrina se dio cuenta de que en otros lugares sus artesanías eran mejor valoradas, comenzó a convocar a más mujeres que se dedicaran al mismo oficio, pues tenía la firme convicción de que juntas sería más fácil salir adelante, ayudándose unas a otras y trabajando por un fin en común. En esta búsqueda nacieron las Mujeres del Barro Rojo, en zapoteco, Raa´ unaa´ shte yú shnia, una comunidad que labora en conjunto para ofrecer artesanías de calidad, libres de plomo, y, con su venta, poder sostener a sus familias.
Según comentan, la convivencia que se forma entre las integrantes entabla una conexión íntima entre ellas. Cuando llega un pedido grande lo sacan entre todas, pues cada una sabe realizar los procesos del barro de principio a fin; desde ir por su materia prima a la mina y cargarla en su espalda, hasta la venta, donde el cliente se retira satisfecho por las piezas que adquirió. Juntas han perdido el miedo de darse a conocer y del “qué dirán”, y el barro les ha abierto puertas que nunca se hubieran imaginado.
Sentir con el barro
Las mujeres de esta cooperativa procuran llevarse bien con sus compañeras de trabajo y no solo para crear un ambiente laboral agradable, sino por una idea especial que tienen en relación con el barro. Según los conocimientos heredados por sus ancestros, creen que es de suma importancia comenzar una jornada con buen estado de ánimo y actitud positiva, ya que el barro es capaz de percibir todos sus sentimientos.
¡Así es! Como parte de la Madre Tierra, este material tiene la capacidad de sentir la tristeza o la alegría, el enojo o la tranquilidad, de tal manera que si una mujer comienza a elaborar una pieza cuando se encuentra triste o enojada, difícilmente la concluirá de manera satisfactoria, es más probable que el barro no se pueda moldear o, de plano, se quiebre.
Orgullosas de sus raíces
Además de trabajar en conjunto, las Mujeres del Barro Rojo tienen una misión: compartir al mundo sus raíces. La misma Macrina Mateo ha expresado en sus entrevistas que su primer idioma es el zapoteco; con él se comunica con sus compañeras y cuando tiene que hablar para otras personas primero se expresa en zapoteco y después lo traduce al español; con esta práctica mantiene viva su lengua y la da a conocer a gente que, incluso, no sabe que este idioma existe.
Cuando participan en alguna feria de artesanías, dentro del país o en el extranjero, cada una de las integrantes del colectivo porta con orgullo sus trajes típicos, pues los colores vibrantes reflejan el amor y la alegría con la que realizan su trabajo. Además, con estos actos significativos motivan a nuevas generaciones para que mantengan vivas sus tradiciones.
Conoce a estas maravillosas mujeres
Si vas a Oaxaca no puedes dejar de visitar a las Mujeres del Barro Rojo, ubicadas en la calle de Matamoros #18, en San Marcos Tlapazola. Cuando vayas prepárate para conocer el interesantísimo proceso de preparación del barro y su horno de leña libre de humo.
No olvides seguir a las Mujeres de Barro Rojo en sus redes sociales. Y, si al igual que nosotros, ya te picaste con el tema, puedes revisar estas entrevistas para que conozcas con mayor profundidad el trabajo de quienes todos los días apuestan por dar conocer la riqueza de sus tradiciones.
Síguelas en FB: Mujeres del barro rojo; e IG: @mujeresdelbarrorojo
Entrevistas: Macrina y las Mujeres del Barro Rojo, Mujeres del Barro Rojo de San Marcos Tlapazola y Macrina Mateo, Mujeres del Barro Rojo.
Cuando visites y conozcas la historia de las Mujeres del Barro Rojo, no te olvides de pasar a Matatlán, la capital mundial del mezcal
Un comentario sobre “Mujeres del Barro Rojo, una historia de esfuerzo, trabajo y amor”