Naabana: Semana Santa en Juchitán. Creencias, rituales y comidas

Alexis Jiménez

Pocos lugares pueden ser cuna e inspiración de artistas como Juchitán de Zaragoza, poblado enclavado en la región del Istmo de Tehuantepec. En Juchitán se respira un aire festivo y cotidianamente se ve un abanico de colores; basta con acudir a sus mercados, contemplar sus huipiles, escuchar su música o apreciar las pinturas de los artistas que comúnmente exponen en la Casa de la Cultura. No en vano se le ha asignado un “apellido” peculiar: Juchitán de las Flores.

Con la llegada del cristianismo al Istmo, llegaron creencias, prohibiciones y celebraciones; entre ellas, una de las principales ha sido la Cuaresma y Naabana, la Semana Santa, conocida en zapoteco como nabaana; llegaron también nuevos animales para el consumo, los cuales no solo fueron aceptados dentro la región,  sino que pasaron a ser referentes en la alimentación cotidiana y festiva. Con todo, no se perdió el consumo de las proteínas animales que ya se tenían en la época precolombina. Este cruce de culturas muestra sus frutos precisamente dentro de nabaana zapoteca.

Cuaresma en Juchitán

Para llevar a cabo las celebraciones, la capilla de cada barrios se organiza en sociedades; serán ellas las encargadas de llevar a cabo las romerías en las Ermitas. así  se van realizando todos los jueves y viernes de Cuaresma hasta llegar a la Semana mayor; se adornan los templos principalmente con guie´chaachi´(flor de mayo) y coroz desde el día miércoles; las veladas con serenata se realizan los jueves de Cuaresma a la medianoche, mientras que los viernes se celebra una misa por la mañana. 

La sociedad de cada ermita escoge al mayordomo; durante el jueves de velada, será él quien se encargue de compartir chocolate o café, marquesote (pan elaborado a base de clara de huevo y decorado con merengue) y tamales a los creyentes y visitantes; así mismo, a quien abona la guna o limosna (apoyo económico al mayordomo) le brinda también una porción correspondiente; el viernes por la mañana, el mayordomo es el encargado de repartir pescado capeado a todos los asistentes a la misa.

Cada sociedad pone en venta durante las ermitas “las medidas”, que son listones con los que se sellarán compadrazgos y padrinazgos frente a los santos, especialmente para niños y jóvenes que desean pedirle buena salud a los santos patronos de cada capilla.

Al compás de los sones y fandangos, se celebra con alegría la vendimia de cenas que acompañan el simbolismo de las fechas: garnachas, pollo garnachero, tlayudas, tacos, aguas frescas y bu´pú (bebida compuesta de atole de maíz con una espuma de cacao, piloncillo y guie´chaachi´). A la par encontramos una variedad de dulces regionales elaborados con frutos de temporada como son el mango, el hicaco, la ciruela encurtida, camote, papaya, coco con limón y chilacayotas, entre otros.

 

Quizá te pueda interesar leer: La cocina oaxaqueña del pasado a través de sus primeros recetarios

 

Domingo de ramos y miércoles santo

El sincretismo religioso empalmó dos fechas simbólicas: la Cuaresma-Semana Santa con el inicio-fin de año zapoteca, el cual tenía lugar en los primeros días del mes de marzo. Es por ello que estas épocas tienden más hacia la celebración, y ocasionan visitas a los panteones para pagar una visita a los difuntos que se dirigieron a los altares colocados durante Xandú (Día de Muertos).

En Juchitán existen dos panteones principales: domingo de ramos y miércoles santo. En su respectivo día, desde muy temprano los y las juchitecas se congregan para hacer limpieza de las sepulturas y enramadas; se adornan con flores y se comparten los alimentos, que por la mañana suelen ser tamales, principalmente de iguana -al estar en época de reproducción se valora mucho el huevo de este animal-; este tamal se baña con un mole de pepita de calabaza. Entre la variedad de tamales que también se degustan encontramos los de elote, mole negro, camarón y el gueta´bingui.

 

La comida durante la visita a los difuntos

Afuera de los panteones se concentra la vendimia de guisos y platillos; muchos de ellos tienen como base una proteína de animal de monte que se consumen desde la época precolombina; entre ellos se encuentran la iguana, la paloma y el armadillo. Otra comida significativa es el pescado baldado (capeado).

En los nichos también se comparten las famosas botanas, elaboradas normalmente en casa y entre las que encontramos la ensalada de camarón, la bolita de queso, la minilla de pescado o camarón, el chile relleno, cacahuates con ajo, entre otros. En el caso de la bebida se consume principalmente la cerveza, aunque tradicionalmente se bebía el ponche de leche y la taberna, ambas prácticamente extintas.

El sabor dulce de la temporada la encontramos en las regañadas, un tipo de buñuelo horneado con dos características notables: ser muy frágil y estar espolvoreado con azúcar blanca y de color rojo. También encontramos la torreja o estorreja, elaborada con pan bollo que es capeado y bañado con un almíbar.

Una característica de la región, que se fortaleció con la presencia de la teología de la liberación con el Obispo Arturo Lona Reyes en los setenta es la de compartir los sagrados alimentos con los presos.

 

Viernes Santo y Cabaani Señor

Durante el Viernes Santo se realiza la procesión y el entierro de Jesucristo; el Sábado Santo o Sábado de Gloria es un día de reflexión y purificación. Para los zapotecas, en “Cabaani Señor” o resurrección del Señor, se aprovecha para realizar limpieza en el hogar, podar los árboles y plantas para ayudar a su crecimiento y “ramear” a los niños para que se desarrollen físicamente. También los habitantes de Juchitán suelen visitar el mar o lugares de recreación para nadar.

Por la noche del sábado, se hace la procesión con el Cirio Pascual de las parroquias de Juchitán, para reunirse en la iglesia principal y llevar a cabo la vigilia Pascual en la medianoche; consiste en anunciar la Resurrección de Jesucristo y alumbrar con el cirio a los presentes, para así terminar con la Semana Santa.

 

En estas tierras se han conjuntado dos tradiciones que han aprendido a vivir dentro de la población; los colores y gastronomía de la región llenan las calles durante esta época y tapizan los platillos dentro y fuera de casa. Con suerte, uno puede presenciar este vivo encanto cultural que se preserva por el cuidado y la identidad de un region tan viva como la del Istmo de Tehuantepec. 

 

Ahora que conoces más sobre Naabana en Juchitán, échale un vistazo a: Los sabores afro en la cocina oaxaqueña

Foto de portada Shutterstock
Fotografías Alexis Jiménez

Un comentario sobre “Naabana: Semana Santa en Juchitán. Creencias, rituales y comidas

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde Revista Quixe. Un viaje a la esencia de Oaxaca

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo