Buena parte de la historia del arte es la historia de la representación. Ésta no solo ha servido como un registro de su tiempo, sino como un mecanismo para establecer cánones o prototipos sobre conceptos como la belleza o la fealdad. Es en esta línea donde se inscribe la obra de Linda Kocher.
Con el tiempo la apariencia -y el estatus- se fueron desplazando hacia otros ámbitos de acceso más común, como la publicidad, como esa herramienta que tiene como fin la validación por adquisición de bienes bajo la promesa de conseguir una cualidad específica si se posee el producto. Si la publicidad solo se quedara en eso, tal vez la cuestión no demandaría demasiada atención; sin embargo, es real la influencia que puede ejercer un medio sobre la percepción que las personas tienen sobre sí mismas o lo que consideran válido.
Conociendo la obra de Linda Kocher
El trabajo de Linda Kocher impugna esta visión de solo un modelo o canon correcto de belleza existente, reivindicando la condición natural de una pluralidad en los tipos de cuerpo de las personas: Todos somos diferentes y eso es algo bueno. Su trabajo plantea una revisualización del cuerpo -fuera de lo planteado por los medios masivos de comunicación-, un cuerpo con historia, que es bello por sí mismo, un cuerpo abierto y feliz.
Cabe señalar elementos como pluralidad, delicadeza, dulzura y optimismo, que impregnan su obra a través de colores y formas que comunican con eficacia estas ideas. No siempre es fácil encontrar este tipo de aproximaciones en el arte contemporáneo, más acostumbrado a abordar estos temas desde posturas “más críticas”. Si bien la obra de Kocher es más cercana a la ilustración -producto de su formación- no desmerece en cuanto a profundidad de significado.
La puesta en escena de Linda Kocher
La calidad de la propuesta no tiene que ver con etiquetas, sino con la eficacia que posee para comunicar ideas relevantes. A lo largo de su desarrollo, su obra se nutre cada vez de más elementos, donde explora reflexiones sobre cuerpos, sexualidades, identidades de género, entre otros; si bien la mayoría de las imágenes de Kocher son de mujeres, esto no es excluyente, ya que la reflexión se presenta ante cualquiera: todos estamos sometidos a cánones de belleza, ya sea hacia nosotros o hacia los demás, de manera consciente o inconsciente.
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Otro elemento que vale la pena mencionar es la salud, la relación de su obra con el cuerpo no es gratuita; además de artista e ilustradora, Kocher es maestra de yoga, lo que aporta una dimensión de corporalidad a su trabajo. Esta disciplina física y mental enfatiza la meditación y la liberación, ideas presentes en toda su obra: Por un lado, la conciencia sobre el propio cuerpo y las ideas que lo afectan; por el otro, la libertad de construir una idea propia de nosotros mismos que nos sea benéfica.
Algunas palabras necesarias sobre su obra
Podemos concluir que un canon por sí mismo podría no ser nocivo en su totalidad, pues es una forma de establecer una idea de manera general, una guía, una puerta de entrada que nos permita ahondar. El problema surge cuando esa guía se convierte en una obligación o una imposición, lo que termina por afectar a las personas a las que excluye.
La obra de Kocher nos ofrece la sana alternativa de voltear a otro lugar, a uno mismo; nosotros podemos construir nuestro propio canon o modelo, nuestra propia identidad y nuestra propia belleza; su trabajo, inclusivo y plural, apela a la riqueza existente en las personas, no solo por su apariencia física, sino por su forma de ver el mundo.
Para más información sobre la artista:
Página personal: https://www.linda-kocher.com/
Instagram: @lindakocher_
Facebook: https://www.facebook.com/lindakchr
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