Por Redacción QUIXE
Fotografía: Carlos Bustamante
En la actual edición de Zona MACO, la cual estará del 5 al 9 de febrero en el Centro CitiBanamex, entrevistamos al artista Alfonso Barrera Muñiz, quien fundó junto con Mirel Fraga Quiróz la imprenta independiente Polvoh Press de Oaxaca. Esto fue lo que nos platicó sobre su trayectoria artística, así como su experiencia en este magno evento.
VR: Cuéntame sobre tu trayectoria en el mundo artístico… ¿cómo comenzaste, qué tipo de obras hacías al inicio, y cómo llegaste al trabajo editorial gráfico que trajiste Zona Maco?
AB: Bueno, empecé desde muy niño, siempre se sentía atraído por el dibujo. También, porque mi abuelo era pintor y estaba familiarizado con las técnicas de arte.
VR: ¿Cómo se llama tu abuelo?
AB: José Cornelio Muñiz. Digamos que él lo hacía como hobby porque él reparaba máquinas y se dedicaba nada más los domingos a la pintura. Con ello, tuve un primer acercamiento a la pintura y al dibujo. En algún momento, iba a la Academia de San Carlos a dibujar y a tomar cursos de educación continua, y estuve asistiendo durante cuatro años. Ahí, me enamoraba más de la pintura y del dibujo. Posteriormente, me mudé a Oaxaca y me metí en talleres de gráfica, empecé a hacerla porque yo no estaba familiarizado con las técnicas de impresión. Y, después de ello, comencé a promover mi trabajo como artista, y así inicié con los libros. En realidad, también, porque me gané una beca estatal en Oaxaca para hacer un proyecto de exposición.
VR: ¿Cuál beca fue?
AB: El Fondo para los Emprendimientos Artísticos y Culturales del Estado C12. Con esa beca hice una exposición y un catálogo. Cuando terminé ese catálogo, mis amigos me decían “oye, ¡te quedó muy bien tu libro!”, entonces me dije “¡hice un libro!, ¡en qué momento!” A partir de ahí, me sentí muy atraído por los libros y sobre todo por los ejemplares raros, extraños, cuyo contenido se relacione con el dibujo, particularmente.
Después de ello, decidí hacer un libro en litografía; en Oaxaca hay muchísimos talleres, así que nació la oportunidad de hacerlo de tal manera; luego, hice otro en serigrafía. De ahí, creció mi proyecto; mi ahora socia Mirel Fraga Quiroz siempre estuvo detrás apoyándome en acabados, decisiones importantes sobre el libro, el armado, pero no había entrado enteramente en el proyecto. En algún momento, ella decidió hacerlo y llevar a cabo sus propias publicaciones.
Así, le dimos más cuerpo a la editorial que nombramos Polvoh Press, cuyos libros ves aquí. A Zona MACO trajimos 17 libros, pero hemos hecho un total de 30 durante seis o siete años que llevamos con el proyecto, de 2012 a 2019. La producción de algunos de ellos fue en 2019, pero nos los entregaron ahora en 2020. Ha sido un trabajo de siete años, en el que hemos hecho prints, libros y sobre todo ediciones. También empezamos a hacerlos porque nos gustaba coleccionar libros; la razón de ello fue por nuestro gusto particular de comprar ediciones.
VR: Actualmente, ¿cuántas personas colaboran contigo en Polvoh Press?
AB: Somos dos, Mirel Fraga y yo. Nosotros hacemos prácticamente todo, menos la impresión. Esta la hacemos en diferentes talleres, y en los encuadernados nos ayuda Nidia Rojas de Matanga!, quien también nos ayuda. Cuando imprimimos, metemos los proyectos en cada taller para que puedan salir varios en un momento determinado y agilizar la producción. En un futuro, pretendemos colaborar con otros artistas y amigos que se dedican al dibujo y a la pintura.
VR: Veo que también tienen libros ilustrados con poesía.
AB: Sí; ese libro se llama Talismán: objetos ilustrados por mujeres en México, es de una amiga que es poeta y editora, Andrea Bel. Arruti, a ella la invitamos con una poesía. En la primera edición es de Mujeres ilustradas en Oaxaca, y esta es la segunda edición. La tercera va a ser Mujeres ilustradas en América y también invitaremos a Andrea. Este proyecto lo lleva directamente Mirel, a través de Polvoh Press; ella se encarga de organizar a las ilustradoras, así como del armado.
VR: Y, cuéntanos, ¿cómo te está yendo en Zona MACO?
AB: Ha sido una experiencia muy padre, mucha actividad, mucha gente interesada en nuestro proyecto y se han llevado libros también. Hay varios que, como nosotros, está persiguiendo un camino editorial. Independientemente de todo lo que hay de pintura, instalación, diseño o fotografía, el área de publicación está muy bien, hay mucha diversidad. La gente se puede llevar un libro tradicional en toda la extensión de la palabra, así como otro más experimental, con todas las editoriales que están participando.
VR: Ahora, ¿podrías explayar un poco más ese gusto por los libros? Porque tu propuesta se distingue mucho por la factura, tiene particularidades tanto en técnicas como en estética, diferentes a otros proyectos de libro-arte.
AB: Hemos tenido la fortuna de adquirir libros de artistas que hacen cosas muy diferentes. Siempre, ese tipo de libros son un referente e inspiración. Las técnicas de impresión son variadas: risografía, serigrafía, offset, digital, tipos móviles, litografía. Conforme fuimos adquiriendo libros, hicimos una buena colección y también nos inspira mucho un colectivo de Marsella, Le Dernier Cri de Paquito Bolino, y él nos inspiró también a hacer nuestros propios libros y dar a conocer nuestras ilustraciones. También, este amor nació gracias a la Biblioteca del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO); ahí te inculcan a cuidar los libros para no maltratarlos, y te fomentan a estudiar el contenido de las salas; yo no estaba tan interesado en temas de filosofía, o crítica, crónica, arquitectura, pero tienes que saber de todo ello para tener un conocimiento técnico de sus trabajos. Ese acercamiento igualmente me llevó a sentir los libros como algo más cercano. Todo ello me inspiró a emprender mi editorial, y yo le llamo así, pero en realidad es una nano-editorial. Nuestro objetivo es hacer más producción en offset y en técnicas tradicionales de gráfica como la xilografía, el aguafuerte, entre otros.
VR: ¿De qué tamaño han sido tus tirajes?
AB: El más corto ha sido de 4 ejemplares, un libro que contiene la “pedacería”[1] de los demás libros. Cuando haces un libro, siempre te sobran algunas copias de las imágenes que llevan dentro. Después, de 14, 25, 30, 50 y hasta 200 ejemplares. Ahorita llevamos una cuarta edición de uno de 50, la primera edición fue de 25, y de la segunda hasta esta cubren el doble de ejemplares; van 175 libros de ese proyecto, y cada una de ellas tienen diferentes portadas con el mismo contenido todos ellos. Probablemente, sea la última edición de este libro, se ha vendido muy bien.
VR: ¿Además de Le Dernier Cri, en quiénes más se inspiran?
AB: También en Cráter Invertido, Ediciones Joc Doc, Nobrow Press. Y de artistas plásticos, soy muy abierto en todas las corrientes, aunque, ciertamente, me identifico más con la pintura que con la instalación o la fotografía. Me gustan todos los clásicos, como Caravaggio, Diego Velázquez, José de Ribera, Piero della Francesca, Giotto, Van Gogh; de los contemporáneos, Miquel Barceló, Anselm Kiefer, María Izquierdo, Rufino Tamayo, obviamente Francisco Toledo, Sergio Hernández, Guillermo Olguín, Doctor Lakra, y todo lo que se está haciendo de pintura que no es ni muy abstracto ni tampoco muy figurativo, que cuenta historias llevando la imagen del cómic a un lienzo, eso me atrae mucho; por ejemplo, Cy Towmbly, que hace cosas muy abstractas que, al verlo, es una explosión de color. Hay otros artistas que narran historias, y que también te llevan a expandir tu mente alucinógenamente. No son tan figurativos, pero mi escuela se orientó más al realismo, todo lo opuesto.
VR: ¿Qué búsquedas de comunicación quieres tener con tus lectores mediante tus libros?
AB: Pese a que las imágenes de mis libros a veces son muy diferentes entre sí; no obstante, creo que pueden crear un diálogo entre ellas. Hay muchas que meto aleatoriamente; por ejemplo, una de un extraterrestre con otra de un gato, una de un diente con otra de una dentadura de vampiro –esas que estaban de moda en los ochenta-; no tienen ejes temáticos, pero crean relación entre ellas. Hay libros en donde incluyo ilustraciones con linealidad, como el de Juguetes; otro ejemplo es Corpus, que gira en torno al cuerno, una imagen que habla sobre el unicornio al que le quitan el cuerno y se convierte en objeto de admiración. Es una analogía con el cristianismo y el caos que se vive actualmente. Vivimos en una barbarie, avanzamos en muchos sentidos y retrocediendo en otros, así que el artista no puede permanecer ajeno a ese caos.
Por ejemplo, mi libro de Plomo Negro está basado en el horror de los ochenta porque me gusta mucho este cine. Asimismo, algunos hacen referencia a íconos como Godzilla, Frankestein, Caravaggio, Francisco de Goya, el cual me gusta mucho y le admiro mucho no solo por la técnica, sino por sus temas que hablan del abandono, la guerra, la locura, temas que son muy actuales. Crecí viendo los libros de mi abuelo de arte clásico, y crecí viendo esas imágenes. Pero también miraba imágenes violentas, como el mismo Cristo crucificado que me hacía cuestionarme por qué lo miraban bello cuando estaba siendo torturado. También este libro hace referencia a las imágenes de ultraviolencia a las cuales tenemos acceso hoy en las noticias y medios de comunicación, cosa que antes no era así; de pequeño, por ejemplo, tenía como referencia “violenta” las caricaturas, no imágenes tan crudas como las que hoy se exhiben.
VR: ¿Podrías contarnos en qué situación se encuentra el arte que tú creas, en Oaxaca?
AB: Bueno, yo creo que hay un mercado para todo. La gente que va comprar obra a Oaxaca la adquiere de grandes maestros y de arte emergente. Hay mucha apertura; y este proyecto ha tenido muy buena aceptación también fuera del estado. Hemos tenido la oportunidad de salir, y buscar opciones para promoverlo en otros espacios, con fortuna de exponer y aprender mucho de otros lugares. Es un tema complicado, porque ahora al artista ya se le exige que sea, crítico, curador, filósofo, museógrafo y al final, su obra. Yo soy de la vieja escuela; a mí, me cuesta mucho trabajo aterrizar conceptualmente una idea, pese a que sé perfectamente lo que hago y lo que exploro, y de todas formas he tenido que hacer esas justificaciones, cosa que me incomoda un poco.
VR: Por último, qué mensaje quisieras dejarle a quienes leerán esta entrevista.
AB: Que no se espanten al ver el arte actual que tiene muchas aristas. Mi arte es más tradicional, con un formato específico, pero a veces la gente puede encontrar piezas que creen raras o muy sencillas. El ser humano va explorando cosas nuevas, y estos conceptos van creciendo. Convoco a la gente a su apertura ante estas exploraciones.
En cuanto a mi proyecto, los invito a que se acerquen a nuestro trabajo. Que nos visiten en redes sociales y en nuestra página de Polvoh Press. Nosotros nos encontramos en el centro de Oaxaca capital, y próximamente expondremos el 20 de febrero en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, en el IAGO Juárez, donde se expone el arte emergente.
VR: Ese concepto es muy valioso hoy en día, todo lo tradicional, artesanal, emergente, independiente comienza a cobrar valor.
AB: Sí; ayer, se me acercó un señor que me dijo “oye, ¿por qué hacer libros con tipos móviles?, nosotros soñábamos dejar de usarlos para meterlos a técnicas más sofisticadas, ahora todo se va en reversa”. Justamente, lo que ha hecho la industrialización es deshumanizarlo todo. Volver a las técnicas tradicionales es lo que cada libro que producimos trae consigo.
La labor de Polvoh Press es noble ya que, al recurrir a métodos de impresión y encuadernación tradicionales, lleva a que cada libro cuente no solo una historia mediante gráficos, sino de elaboración misma. Alfonso Barrera y Mirel Fraga son jóvenes que viajan a los métodos de producción del pasado para comunicar sus ideas y apuestas estéticas.
[1] f. Méx. Conjunto de pedazos, RAE, https://dle.rae.es/pedacer%C3%ADa
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