Esta gran mujer es un ejemplo de lucha y superación, conoce su historia a continuación.
Dentro de la historia de nuestro país existen distintas figuras de héroes y próceres de la patria. Difícilmente nos encontraremos con algún mexicano que no sepa quién fue Miguel Hidalgo, Benito Juárez o Porfirio Díaz. Pero son pocas las mujeres a las que se les ha hecho justicia, dándoles en los libros el lugar que se merecen. Juana Cata, una ilustre mujer en la historia de Oaxaca, no figura dentro de ese selecto grupo. Por eso aquí comenzamos con su fascinante historia.
El nacimiento de una mujer excepcional
Juana Catalina Romero nació en Santo Domingo Tehuantepec, Oaxaca, en 1837. Desde el inicio su vida estuvo llena de misterio, pues en el registro parroquial de su bautizo se omitió el nombre de sus padres, probablemente porque su concepción y nacimiento sucedieron fuera del matrimonio, en medio de una sociedad fuertemente regida por el concepto del honor. Más tarde se supo que su madre, María Clara Josefa Romero, fue una mujer criolla, de posición acomodada, que la tuvo a los 26 años. El nombre de su padre permanece desconocido hasta la actualidad, quizá por haber sido casado, indígena o perteneciente a una clase social mucho más baja que la de María Romero.
Juana Cata, un punto clave en la Guerra de Reforma
A los 21 años Juana Catalina trabajaba vendiendo cigarros, aún era analfabeta, pero eso no le impidió luchar por un México más libre. Sus principales consumidores eran los soldados de la Guerra de Reforma, por lo que ella aprovechaba su estancia en los cuarteles conservadores para escuchar información valiosa acerca de sus planes y después entregarla a los liberales. Nadie sospechaba que esa joven aparentemente inofensiva sería un punto clave para derrotar al ejercito conservador.
Otra de sus estrategias consistía en encender fogatas en el mejor momento para atacar los cuarteles conservadores, por lo que los liberales se guiaban con el humo y emprendían la lucha contra el ejército enemigo. Gracias a su colaboración como espía empezó a recibir una remuneración significativa, misma que decidió invertirla en un negocio que más tarde rendiría abundantes frutos. Durante los siguientes años se dedicó al comercio y a su propia formación, por lo que aprendió a leer y escribir a la edad de 30 años.
De vendedora de cigarros a orgullo de México
Entre muchas otras cosas, Juana Cata es reconocida por abrirse paso en un mundo que estaba dirigido por hombres; pues una vez que tuvo las herramientas, no dudo en incursionar en la creciente industria del azúcar. Esto la llevó a convertirse en una gran empresaria y extender sus relaciones comerciales a distintos estados del centro de México y en el extranjero. Tanto fue su crecimiento que recibió el premio lugar en la Feria de Londres de 1908, gracias a la producción de un tipo de azúcar muy fino que encantó al mundo.
El legado de Juana Cata, el desarrollo del Istmo de Tehuantepec
Juana Cata había vivido durante su juventud las desventajas de no saber leer ni escribir, por lo que apostó por llevar educación a la región del Istmo. Durante la época del Porfiriato llevó a los maristas, una congregación católica dedicada a la enseñanza, desde la ciudad de México hasta Oaxaca, encomendándoles la misión de instruir a los jóvenes istmeños en las ciencias, humanidades y el deporte. Además, construyó un dormitorio para los estudiantes que llegaban de otros estados, a quienes becaba, para que la falta de recursos no fuera impedimento para su formación académica.
Otro ámbito en el colaboró esta gran mujer fue en el desarrollo del país, ya que se unió al plan presidencial para la modernización a través del comercio y las comunicaciones. Apoyó la construcción del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec. También tuvo interés de fomentar la agricultura comercial a gran escala impulsando proyectos que beneficiarían el objetivo. Por último, pero no menos importante, actuó de intermediaria entre la iglesia y la sociedad, preocupándose por la asistencia espiritual de sus paisanos y participando en la renovación y ampliación de la Catedral de Tehuantepec.
Juana Cata murió en 1915, dejando un enorme legado en la sociedad istmeña. En la actualidad se le recuerda como una increíble mujer que supo abrirse paso en un mundo dominado por hombres, a la que, gracias a su valentía, se debe gran parte del desarrollo de su región y de México.
Ahora que ya conoces la historia de Juana Cata, conoce a los 4 héroes oaxaqueños de la Independencia: la otra historia de México