Así como los hombres, la naturaleza suele regalarnos rituales magníficos; un ejemplo de lo más emblemático son las migraciones animales en México, un hábito tan antiguo como la propia vida; por él, hay animales que pueden recorrer distancias titánicas por el mundo. Acompáñenme, queridos lectores, y les platico un poco más sobre estos increíbles rituales.
¿Qué es la migración?
Para empezar, me gustaría señalar que la migración es un desplazamiento periódico, regularmente colectivo, que realiza un animal de un hábitat a otro. ¿Qué lo motiva? Existen diferentes causas, pero la finalidad es la misma: satisfacer una necesidad de supervivencia. Asimismo, la reproducción, el clima, los depredadores o la alimentación son algunas respuestas a este fenómeno.
En un país tan rico en biodiversidad como el nuestro, tenemos grandes eventos migratorios cada año y, por su majestuosidad y encanto, despiertan la curiosidad entre nacionales y extranjeros. En esta ocasión, nos detendremos en algunos de ellos.
Baja California, tierra llena de sorpresas y migraciones animales en México
De diciembre a abril, alrededor de dos mil ballenas jorobadas nos sorprenden con sus maravillosos saltos o su melodiosa comunicación bajo el mar de la península de Baja California, ya sea para aparearse o para dar a luz a sus crías. Estos cetáceos, de más de 30 toneladas, realizan la segunda migración más larga de todos los mamíferos recorriendo más de 10 mil kilómetros, desde la Antártida hasta México; todo este viaje lleva un objetivo claro: hallar aguas más cálidas durante el invierno.
¿Sabías que de siete especies de tortugas marinas que existen en el mundo, seis visitan las costas de nuestro país? Algunas desovan en playas oaxaqueñas, como en Escobilla. La tortuga cabezona del Pacífico, mejor conocida como caguama -por tener una cabeza grande y triangular con fuertes mandíbulas-, llega desde el lejano Japón, en donde inicialmente anida. Ellas atraviesan todo el Océano Pacífico hacia las costas mexicanas para alimentarse de moluscos o cangrejos rojos en la Bahía de la Magdalena, en Baja California Sur. Su viaje puede durar 24 meses y permanecen en nuestras aguas hasta llegar a la madurez -aproximadamente 20 años. Como dato curioso, se calcula que viven en promedio una centuria, y hay incluso unas más longevas. ¿Se imaginan?
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Michoacán y la mariposa monarca
Previo a la primavera, estos pequeños seres viajan más de cuatro mil kilómetros desde Canadá hasta el Estado de México y Michoacán, en donde tienen su santuario más grande y conocido. La generación que migra, mejor conocida como matusalén, vive aproximadamente 9 meses y llega a nuestras calurosas tierras para hibernar en los bosques de pino y oyamel. Durante los cuatro meses que las mariposas nos visitan, se reproducen y, pasado el invierno, inician su regreso hacia Texas y luego a Canadá; entonces el ciclo comienza de nuevo.
Si bien, el espectáculo que brindan resulta maravilloso, para el pueblo purépecha su llegada causa una alegría mayor: para ellos simbolizan el alma humana. En sus antiguas leyendas cuentan que las mariposas Monarca llegan a inicios de noviembre porque sus queridos difuntos desean visitarlos para el Día de Muertos, de ahí que tengan el mismo color de la flor de cempasúchil, ya que son el alma de sus muertos que los ilumina en la penumbra.
Mientras tenemos la oportunidad de visitar estos hermosos lugares, no olvidemos que en este ciclo sin fin -como dice aquella película- todos jugamos un papel importante, tanto en el cuidado de nuestra fauna silvestre, como en la conservación de los ecosistemas. Muchas de estas especies se han visto amenazadas por la desmesura humana; no dejemos de trabajar para conservar las maravillas naturales que nos conectan y, cuando se nos presente la fortuna, visitemos estas maravillas para darnos cuenta que, al final, todos somos parte de un mismo tejido.
Ahora que conoces más sobre las migraciones animales en México, quizá te interesa conocer más sobre las suculentas y sus enigmáticos paisajes.
Fotografía de portada: Karen Delgado