Por Teresa Cortés
Un 10 de noviembre, pero de 1901, nació José Gorostiza, poeta y diplomático mexicano. Oriundo del estado de Tabasco, dedicó su vida al servicio de nuestro país, a través de distintos cargos como embajador en el extranjero, y al estudio de las letras.
Se formó bajo la tutela de José Vasconcelos, quien propició en él un ánimo revolucionario de formación nacionalista. Perteneció a la generación de Los Contemporáneos, jóvenes intelectuales que se dedicaron a difundir la cultura en la década de los años veinte y treinta del siglo pasado, y que fueron nombrados así debido al nombre de la revista en la que colaboraron.
Casi siempre el nombre de José Gorostiza es asociado a sus obras literarias, Canciones para cantar en las barcas (1925) y Muerte sin fin (1939), misma que consagró su carrera como escritor. Pero Gorostiza también fue notable por su labor mientras ocupaba distintos cargos en la cancillería de México. Residió en Londres, Copenhague y Roma, para después ingresar al servicio exterior de México a los 26 años. Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1950, fue representante de México en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y Secretario de Relaciones Exteriores en 1964.
José Luis Yunes, quien fue ministro del Servicio Exterior Mexicano, lo describe como un intelectual distinto a todos los que, siendo estudiosos de las letras, participaron en la vida política del México del siglo XX. Describe que en los casos de Alfonso Reyes, Octavio Paz o Carlos Fuentes, intelectuales que también ocuparon cargos diplomáticos en su momento, predominaba siempre el artista, y la cancillería significaba una “salida para ampliar el universo de ingresos y de prestigios” (Radio UNAM, 2001). Él, por el contrario, se esforzó para que su opinión personal no dominara sobre las decisiones que como diplomático debía de tomar, sino que privilegió elegir lo mejor para México.
El caso de Gorostiza es peculiar porque en ningún momento se niega su prodigiosa obra. Pero encontramos en él un equilibrio óptimo entre el intelectual y el diplomático. Mismo que mostró a lo largo de su vida, y en el cual quedó manifiesto su amor por México.
Imagen: Marco Fragoso
Referencias