Pensamientos viajeros

Por Amalinalli Armendariz

Ilustraciones: José Garduño

Siempre hay muchos temas o situaciones a nuestro alrededor que merecen ser observados, descritos, detallados, meditados, divulgados… circunstancias eternas. Sin embargo, debo confesar que llevo semanas tratando de elegir un tema para escribir; algunos han acudido a mí, pero lamentablemente ninguno me ha convencido.

De pronto, hoy, mientras viajo en autobús y miro a través de la ventanilla hacia el cielo o hacia el camino que ya conozco de memoria, comienzo a notar a toda esa gente que se presenta ante mí por la calle. Seguramente todos ellos tienen muchas historias y anécdotas que jamás conoceré y que quizá valdría la pena contar.

Me intriga la realidad de cada uno de ellos, cada acontecimiento de sus vidas que los ha llevado hasta este preciso momento, en el que yo puedo observarlos en mi rápido transitar. Observo a una señora caminando muy deprisa y con cara de preocupación: ¿a dónde se dirigirá? ¿eso que le aqueja será tan importante para mantenerla ajena al pequeño niño que pasó corriendo y riendo justo a su lado? Más adelante, una pareja de jóvenes se besa sin inhibiciones en la banca del parque, ambos sonríen cuando sus labios se distancian unos pocos centímetros, parecen felices. ¿Será un amor reciente? Al voltear al otro lado encuentro, de una rápida mirada, a un par de adolescentes en una pequeña motoneta azul que no se ha preocupado por usar cascos: comprendo su emoción de sentir el viento entre los cabellos, mientras la velocidad y la adrenalina aumentan, sin embargo, ¿por qué poner su vida en riesgo, en una ciudad tan caótica?

Desconozco todos sus porqués, sus cómos o cuándos y me limito a inventarles historias rápidas en mi mente, circunstancias que muy probablemente no se aproximan ni un poquito a su realidad, pero para mí resulta entretenido.viajero 3

De pronto pienso: ¿alguno de ellos habrá notado que lo vi? ¿sería posible que a alguno se le ocurriera pensar en todo lo que yo estaba pensando mientras nuestras vidas se cruzaron tan efímeramente? No, eso sería una verdadera locura. O tal vez no.

Otro pensamiento brota de pronto y comienzo a reflexionar en que hay demasiadas personas con las que jamás coincidiremos, tantos rostros que jamás miraremos, historias que ignoramos y que probablemente sean muy interesantes. Parece un abismo sin fondo, un infinito de incógnitas y desconocimiento.

Pero, no vayamos tan lejos: ¡sucede lo mismo con las personas que nos son cercanas! Por ejemplo, ¿qué tanto sabemos de nuestros padres, hermanos, abuelos…? Y si profundizamos un poco más, ¿cuánto desconocemos de nosotros mismos? Ahora sí me siento abrumada.

En un intento por disipar esa desazón, regreso mi pensamiento hacia todas las vidas que complementan la mía y a las que normalmente no les doy demasiada importancia; y no hablo necesariamente de los círculos cercanos, esos que frecuentamos habitualmente, no. Hablo de esos fortuitos encuentros de los que usualmente pensamos que, de no ocurrir, todo sería igual y nada cambiaría, pero me resisto y concluyo que eso no puede ser así, alguna consecuencia debería acontece.

Por ejemplo, de no haber mirado por la ventana en este preciso momento, me hubiera perdido la escena de esos niños corriendo frente al hospital, de aquella señora que va cargando sus bolsas del supermercado o de ese joven que vende uvas. Jamás se me hubiese ocurrido escribir estas líneas, no me hubiera dejado llevar por toda esta reflexión sobre lo desconocido, sobre lo ajena que soy para tantos individuos y hasta para mí misma… En otras palabras, me hubiera ahorrado un incómodo deambular entre incertidumbres.viajero 2

Pero, es demasiado tarde para considerar la oportunidad de huir de todo esto; en realidad, no quiero hacerlo. Es interesante pensar que cada pequeña cosa que asumimos como algo normal, en realidad no lo es, todo acontece sólo una vez del mismo modo, irrepetiblemente y, si alguno de estos factores cambiara, la realidad se reinventaría, sería algo completamente diferente.

Bajo esta mirada, parece que todo depende del sujeto que mira, es decir, de mí, de ti, de nosotros. El hecho de dar valor a determinados eventos, recordarlos o simplemente ignorarlos e ir por la calle, así como vamos por la vida, pretendiendo que sólo nosotros o nuestra familia es lo que importa sobre todos los demás, pues finalmente eso hace la mayoría, ¿no? Vaya, parece una locura.

¡Oh, no! Ya me pasé de mi parada, ya no puedo escribir más, y hay tanto que decir, tanto que conocer y pensar, que ni el viaje más largo que se pueda realizar brindaría el tiempo suficiente para esto. Sin más, me alejo de estos pensamientos viajeros, con la certeza de que pronto coincidiré con personas nuevas, a quienes jamás conoceré, en otro viaje que jamás será el de ellas.

Amalinalli Armendariz Jaramillo es egresada de la licenciatura de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus líneas de investigación se relacionan con la filosofía de la mente, filosofía del cuerpo, filosofía japonesa, el budismo, la meditación y otros aspectos relacionados al pensamiento oriental. Actualmente forma parte del grupo de Redacción Digital QUIXE.

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