Por qué este “Zapata” no es ni feminizado, ni la única obra en su tipo

Por Viridiana Rivera

Desde hace unos días, la gente ha “pegado un grito en el cielo” por la especulativa obra de Fabián Cháirez, La revolución (2013), ya sea a favor o en contra de lo que la pintura representa y transmite. El artista, más que jugar con las técnicas del pincel, juega con la polémica y la división de opiniones para generar presencia no solo en las teclas de los medios de comunicación, sino también en espacios donde historiadores, cronistas y luchadores sociales ven en Emiliano Zapata una figura enaltecida e intocable. Como consecuencia, por orden presidencial, se acordó retirar esta pintura de los carteles publicitarios de la exposición “Zapata después de Zapata” en el Palacio de Bellas Artes, mostrando con claridad que el caudillo sigue siendo una figura canonizada por el culto al héroe revolucionario, un culto de religión estatal.

Hay dos aspectos complejos que las siguientes líneas desglosarán. En primer lugar, esta pintura no es la más sugestiva del acervo de Cháirez, quien cuenta con otras obras que legitiman a la sociedad LGBTTTIQ en un país con poca tolerancia a esta comunidad. En segundo lugar, cae en la habitual dicotomía de aquello que, iconográficamente, conocemos como lo femenino y lo masculino. A continuación, estos dos argumentos serán explicados de manera breve y didáctica.

Otras obras sobre el homoerotismo en México: Cháirez y Felix D’Eon

Fabián Cháirez expone en su cuenta de Instagram un sinnúmero de cuadros donde protagonizan figuras masculinas homoerotizadas y con algún toque “mexicano”. Entre ellos, desnudos con máscaras de luchador, o escenas que, como atinadamente describe Uriel Vides, “confrontan la doble moral de la iglesia católica”. En ellas se puede observar maestría en el pincel, así como en la composición y un defendible conocimiento del imaginario de lo mexicano, de lo no heterosexual.

Sin embargo, Cháirez no es el único que lo ha hecho. Aquí, merece mención Felix D’Eon, quien recrea escenas homoeróticas con técnicas que recuerdan a los carteles de la Belle Époque. Incluso, creó una “Lotería” mexicana en donde se enlista y materializa una jerga asociada al mundo no heterosexual, tales como “El clóset”, “La muxe”, etcétera. Otras escenas de sus obras hablan de la época prehispánica, el virreinato y la misma Revolución Mexicana en contextos homoerotizados.

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La intención principal de esta comparativa es que ambos artistas, desde sus intereses estéticos, rompen con los estándares dicotómicos de la masculinidad y la feminidad, realizando una hibridación de cada uno. Sin embargo, infortunadamente, la polémica del Zapata de Cháirez también está soportando la normalización de ver ciertos tópicos de lo femenino que, hoy en día, deben diversificarse.

Composiciones de lo femenino y lo masculino en obras de otros tiempos

¿Por qué el Zapata de Cháirez es clasificado como “afeminado”? De entrada, pensar eso refleja la problemática que nos ha ocasionado la publicidad del siglo XX y XXI acerca del cuerpo de la mujer, quien debe estar desnuda –aunque no exista propósito de su desnudez-, con posturas y gesticulaciones sexualizadas. ¿Por qué los hombres –haciendo referencia a todo aquel nacido con pene- no pueden ser representados de dicha forma pese a que, en el pasado de muchas sociedades, ya se haya hecho? Por eso es de vital importancia resaltar que dichos problemas son propios del imaginario contemporáneo.

Zapato persa del siglo XVII

No solo la desnudez y composición del Zapata apuntan a lo “afeminado”, sino también los tacones que lleva puestos. Sin embargo, en otros contextos socioculturales, el tacón era empleado por los hombres como calzado de guerra, pues daba soporte y estabilidad a los jinetes de batalla. Quizás la pintura que podría llegar a nuestra mente sería uno de los retratos de Luis XIV, quien luce unos tacones con suela roja. Es decir, el tacón fue, en un primer momento, “símbolo de masculinidad”. Después, estos fueron considerados poco prácticos para el contexto laboral. La normalización de los tacones como un elemento “femenino” y “sensual” se promovió en el siglo XX, según afirma Elizabeth Semmelhack en una entrevista para la BBC.

Luis XIV
Luis XIV de Francia, Hyacinthe Rigauld, 1702, Museé de Louvre
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Detalle de tacones.

Así, pensar que el Zapata de Cháirez es una representación que ridiculiza al caudillo revolucionario es dejar a un lado toda una historia material e iconográfica sobre los roles de género. Más bien, deberíamos pensar en diversificar nuestros conceptos dicotómicos de lo femenino y lo masculino, y cuestionar la historia oficial que, así como promueve el culto laico a la violencia, también canoniza una guerra civil que dejó un deceso demográfico de poco más de un millón de muertos.

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