Estamos a punto de comenzar uno de los viajes más fascinantes por la historia prehispánica de Oaxaca. Abróchate el cinturón porque esta máquina del tiempo está lista para despegar.
Para un alma viajera, que gusta de conocer nuevos lugares, la Tierra del Sol resulta un verdadero paraíso. Si de aventuras hablamos, los sitios de interés en Oaxaca son muchos y muy variados. Con anterioridad hemos abordado algunas zonas arqueológicas, como Monte Albán, Mitla y Yagul. Hoy vamos a agregar un destino más a esta lista: la zona arqueológica de Dainzú. Y aunque quizá no es tan conocido como los anteriores, su historia te envolverá. No despegues los ojos porque estamos a punto de comenzar.
Zona arqueológica de Dainzú: El cerro de los órganos
La historia de Dainzú se remonta unos 2600 años atrás, ya que se tiene registro de que su ocupación inició hacia el 600 a.C. y estuvo habitado hasta el 1200 d.C. Su nombre significa “cerro del órgano” en zapoteco. En realidad, se desconoce cómo se denominaba a este lugar en tiempos prehispánicos. Es por esto que se le nombró Dainzú debido a los abundantes cactus órgano que ahí se encuentran.
Aunque territorialmente esta zona se ubica entre Monte Albán y Mitla, los dos sitios arqueológicos más conocidos del Valle de Oaxaca, se cree que no cobró la misma importancia como centro cívico-ceremonial. De hecho, dentro de las exploraciones no se encontraron vestigios de ocupación mixteca posterior a las fechas de la caída de Monte Alban, lo que sugiere el abandono por parte de la clase gobernante o su pertenencia a una categoría de menor rango.
Tecnología arquitectónica
La arquitectura del lugar está conformada por terrazas y espacios abiertos. Los Conjuntos se componen de templos y palacios que están construidos en piedra y revestidos de estuco, es decir, de alguna mezcla a base de cal. Sorprendentemente, los muros llegan a ser tan altos que miden cuatro metros; altura por demás significativa si consideramos que en ese tiempo no existían las tecnologías con las que contamos hoy en día. Esto demuestra que este pueblo contaba con un gran conocimiento de los sistemas constructivos, los materiales y el terreno.
El sitio también cuenta con un avanzado sistema de drenaje, que se componía de canales intercomunicados para proteger a los edificios del agua acumulada. Se encontraron dos formas de resolver este problema: la construcción de ductos rectangulares embonados a la perfección por lajas de piedra y la colocación de tubos de barro cocido.
Espacios que cuentan historia
Los vestigios encontrados en este sitio arqueológico para facilitar su estudio se agruparon en cuatro Complejos: el A, el B, el C y el J. En cada uno sobresale una construcción que lo dota de identidad. Vayamos en orden.
El Conjunto A es el más relevante de los cuatro, ya que en él se encontraron figuras en bajorrelieve de diferentes personajes, como sacerdotes, guerreros y jugadores de pelota de aquella época, de los cuales hablaremos más adelante. El Conjunto B alberga al Templo Amarillo y el increíble sistema de drenaje que ya hemos mencionado. El Conjunto C consiste en una terraza que comunicaba con otros espacios de suma importancia. Y en el Conjunto J se encuentra el Juego de Pelota, probablemente en una de las formas más primitivas de Mesoamérica.
El estadio del Juego de Pelota
Como resultado de las investigaciones realizadas se ha llegado a la conclusión de que el Juego de Pelota tenía un papel fundamental en este centro cívico-ceremonial. Si bien esta práctica ritual no se puede comparar con la definición actual de un deporte, podemos asemejar al sitio con un estadio, es decir, un lugar especial a donde la gente acudía para presenciar un evento de suma importancia.
Por una parte, se encontraron los bajorrelieves, antes mencionados, en el Complejo A. Estos arrojan abundante información sobre la vestimenta de los jugadores. En ellos se puede observar que el uso de protección en rodillas, manos, antebrazos, vientre y cabeza era común. La pelota era pequeña, casi del tamaño de un puño; y se golpeaba con un palo o bastón. Es probable que todo esto suene un poco extraño, ya que su descripción no coincide con la de los jugadores que habitaban en otras partes de Mesoamérica. Por esta circunstancia se cree que el Juego de Pelota adoptó distintas formas dependiendo de la época y el lugar.
Otra prueba que muestra la importancia de esta práctica es la cancha. Se encuentra ubicada en el Conjunto J. Este espacio también muestra diferencias significativas con otros de su misma especie. Por ejemplo, no se encontraron los aros por los que, en casos distintos, se pasaba pelota; en cambio, las esquinas de los patios albergaban nichos en donde se dejaban ofrendas que constituían una parte fundamental del Juego.
¿Qué esperas para visitar la zona arqueológica de Dainzú?
Llegar a Dainzú es muy fácil, solo debes tomar la Carretera Internacional 190 con dirección a Tlacolula de Matamoros. Si vas en auto pon especial atención después de San Jerónimo Tlacochahuaya para doblar a la derecha en el Callejón del Carrizal, donde pasados unos cinco minutos encontrarás la entrada al sitio arqueológico. Por el contrario, si te mueves a pie, y te encuentras en el Centro de Oaxaca, puedes tomar cualquier camión que vaya para Tlacolula o Mitla. Pide que te dejen en el mismo callejón en donde caminarás alrededor de 15 minutos para encontrar la entrada.
Su horario se extiende de 9:00 a 17:00 h. El acceso tiene un costo de 45 pesos y cuenta con sanitarios y estacionamiento para que puedas vivir tu experiencia sin contratiempos. Te recomendamos visitar su página de información. Ahí mismo podrás encontrar el teléfono para aclarar cualquier duda y planear mejor tu próximo viaje.
Ahora que ya conoces Dainzú no dudes en visitarlo. Este impresionante lugar te espera para envolverte en siglos de historia. Compártenos tus fotos y experiencias en nuestras redes sociales, Facebook e Instagram. ¡Atrévete a conocer Oaxaca de una manera diferente!
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