Festividades como el Carnaval, la Semana Santa y el Día de Muertos tienen su origen en la Edad Media y llegaron a nosotros como consecuencia de la Conquista.
Como muchos conocen, uno de los elementos más importantes de la Conquista fue la cristianización de los indios; con ella se produjo la implantación de fiestas religiosas en la Nueva España, cuyo origen puede rastrearse hasta los tiempos medievales. Festividades como la Semana Santa y la Navidad, así como actos sacramentales como los bautizos, bodas y funerales fueron traídos desde la España medieval e implantados en el Nuevo Mundo.
Si bien estas fiestas mantuvieron su esencia religiosa medieval, también fueron adecuadas a las características que presentaba cada una de las regiones de la Nueva España. Acompáñanos a saber un poco más sobre las fiestas en la Nueva España, que remontan sus raíces hasta la Edad Media.
El Carnaval, una de las fiestas de la Nueva España con raíces medievales
Como un momento previo a la Cuaresma, encontramos el Carnaval. Este momento de alegría, juegos y diversión tiene su origen en las sociedades antiguas que celebraban la fecundidad de las mujeres; de este modo, pasó a la Edad Media como una celebración en que las personas gozaban de fiestas y excesos una semana antes a una época de mesura, reflexión y purificación.
Con la Conquista, el Carnaval pasó al Nuevo Mundo: las representaciones, alimentos, vestimentas, bailes y festejos se conjuntaron con las costumbres de los pueblos originarios. Claro ejemplo de ello lo encontramos en los carnavales que hasta nuestros días se festejan en ciudades como Veracruz, Campeche, Villahermosa y, por supuesto, Oaxaca.
La Semana Santa
A diferencia de lo que podrías pensar, las procesiones de Semana Santa no se dieron a lo largo de toda la Edad Media; en cambio, éstas surgieron entre los siglos XIV y XV como consecuencia de las pestes que azotaron Europa. La alta mortandad produjo cambios en las formas de llevar a cabo las fiestas religiosas; esta nueva mentalidad dejó a un lado el ambiente alegre y se acercó más a eventos solemnes, como es el caso de las procesiones, los penitentes y, por supuesto, la Pasión de Cristo.
Ya entrado el siglo XVI y gracias al apoyo de las Órdenes mendicantes, el festejo de la Semana Santa ganó mayor apoyo tanto del papado como de los feligreses; como consecuencia, el festejo se esparció por gran parte de Europa y, por supuesto, en las tierras americanas conquistadas. A decir de los cronistas, las actividades de la Semana Santa se llevaban a cabo con gran devoción y los habitantes acudían piadosamente a los templos.
Día de Muertos, el sincretismo de las fiestas de la Nueva España
Una de las festividades que regularmente pensamos como propiamente mexicanas es la celebración del Día de muertos. No obstante, el culto a los difuntos que actualmente celebramos tiene orígenes tanto medievales como prehispánicos.
En Europa la celebración de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos remonta su origen en el siglo X, cuando se instituyó en la abadía de Cluny, al sureste de Francia. Con el paso de los siguientes siglos, el culto a los muertos se extendió por gran parte de la Europa cristiana, incluyendo la Península Ibérica.
Con la llegada de los españoles, las fiestas de origen medieval se conjuntaron con las costumbres prehispánicas y dieron como resultado el Día de Muertos como hoy lo conocemos: una festividad que conjunta la religiosidad europea y el colorido, la alegría y la cercanía prehispánica con los difuntos.
¡Vámonos de fiesta! Si bien durante la Edad Media la sociedad se caracterizó por la religiosidad, ésta no se encontraba peleada con la celebración y la alegría. Ambas cuestiones se conjuntaron con las costumbres prehispánicas y dieron como resultado varias de las fiestas que actualmente seguimos conmemorando a lo largo y ancho del país.
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