Marahí López Pineda, chef del restaurante Comixcal
Las velas de Juchitán-consideradas patrimonio cultural intangible de Oaxaca- son grandes fiestas religiosas, basadas en el sistema de mayordomía, precedidas por una serie de actividades en las que participa casi toda la comunidad; en ellas, las personas cooperan con dinero o con trabajo físico, principalmente en las jornadas que anteceden al baile principal, o la noche de la vela.
Los zapotecas consideran las velas como una de las festividades más tradicionales de la comunidad; su elaboración y cada uno de los eventos que la preceden sintetizan la forma en la que se desenvuelven, y representan una de las instituciones centrales de la cultura binnizá.
¿Cuándo y cómo se celebran las velas de Juchitán?
Estas festividades se dividen de acuerdo con la celebración que las nombra; por ejemplo, hay velas en honor a varios santos patronos, como la Vela San Antonio, Vela San Juan, Vela San Francisco, Vela Asunción o, la de mayor importancia, la Vela San Vicente Ferrer. Así mismo, existen algunas dedicadas a los oficios o grupos, tales como la Vela Biadxhi, San Isidro de los campesinos, Guzebenda de los pescadores, el Santísimo Sacramento de los coheteros y la Vela de las intrépidas buscadoras del peligro, de los muxhes; otras llevan consigo algunos apellidos, como la Vela Pineda y la Vela López. La única vela histórica y laica es la Cinco de Septiembre.
La sociedad organizadora de la festividad consiste en un grupo de personas que se encargan de repartir los papeles o roles que cada persona realizará en las festividades; la jerarquización en la Sociedad de una vela se consolida por la antigüedad de los miembros o de las familias que forman parte de ella.
Ahora bien, se presentan como cargos principales el de presidente y mayordomo; sin embargo, en algunas velas aún se conservan el rango de gusaana y las ca’gusaana, mujeres de gran edad que colaboran en la organización.
Las velas Istmeñas, una de las tradiciones más arraigadas en Oaxaca, constituyen las fiestas principales y se celebran en toda la región. pic.twitter.com/VXNCIxABEG
— OCCE OAXACA (@OCCE_GobOax) December 29, 2016
La antesala de una vela de Juchitán: La Labrada de cera
La festividad inicia con la Labrada de cera; allí se elaboran las velas que se utilizarán para la procesión y misa que se lleva a cabo después de la fiesta; se trata del símbolo de la mayordomía. Se invita a las señoras del pueblo para presenciar la manufactura de las velas, y mientras las mujeres están en la ceremonia de la Labrada, los hombres se reúnen desde muy temprano en casa de los mayordomos; serán ellos quienes sacrificarán la res para preparar el desayuno y la comida que se ofrece a quienes ayudarán en los preparativos de la noche de la vela. Al día siguiente, alrededor de las siete de la mañana, un hombre lanza cohetes como la señal para armar la enramada en el sitio donde celebrarán la vela.
Ahora sí, toca la enramada
La enramada se instala en el lugar de la fiesta principal. Antiguamente se elaboraba una especie de estructura con carrizos y hojas de palma y plátano, que se entrelazaban para formar el techo que cubriría el lugar de la fiesta. En la actualidad, se acondiciona un lugar en la calle con tablones verticales; el lugar se decora con papel picado y espejos antiguos de marcos dorados; en el pasado éstas servían para reflejar las fogatas y velas que encendían. Precisamente por esta costumbre, se les nombró a las festividades como “velas”.
Por otra parte, cuando los hombres inician el armado de la enramada, las mujeres preparan el desayuno para los trabajadores, generalmente en el patio de la casa de los mayordomos. Lo primero que se da es una taza de café o chocolate de agua; también se ofrece una pieza de pan bollo, tamales de res o un plato de beela cha cha, elaborado a base de vísceras y sangre coagulada de res; todo se gríe con cebolla, chile verde y jitomate. Las tortillas y los totopos acompañan a este tradicional platillo.
¿Qué vela es vela, sin la comida?
A la par de la colocación de la enramada y la elaboración del desayuno, se inician los preparativos de las botanas que se ofrecerán durante la noche; si bien existe una rica variedad de alimentos, destaca por su constancia la bolita de queso: se trata de pequeñas esferas preparadas con una pasta de queso crema chiapaneco y huevo, fritas en aceite y servidas a temperatura ambiente; otra de las botanas características de la región es la ensalada de camarón; sus ingredientes constan de pico de gallo y camarones oreados sin cabeza ni barbas.
Las botanas que siempre acompañan
También se acostumbra repartir la torta compuesta. Esta botana se prepara con carne de res, cebolla, chile verde y jitomate mezclados, que se colocan sobre media pieza de bolillo; entonces se espolvorean con queso oreado. Otros antojitos que también se reparten son cacahuates fritos con ajo y chiles secos, tacos dorados de res, quesillo curtido con limón y chile, molotes de masa de maíz rellenos de carne de res y tamalitos de cambray; además de estos elementos tradicionales, en ocasiones se modifica el menú de acuerdo con la modernidad y el acceso a productos procedentes de otras localidades.
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La noche de las velas de Juchitán
La vela inicia alrededor de las ocho de la noche, cuando comienza la llegada de los diferentes grupos de la Sociedad; su ingreso se anuncia con la música de una banda que los acompaña desde casa. Las mujeres llevan sus charolas llenas de botanas para compartirlas durante la celebración; entretanto, los hombres portan sobre sus hombros cajas de cerveza que se repartirán toda la noche.
Afuera del lugar se instalan en ambos lados de la calle las taberneras o vendedoras de cerveza; junto a ellas, también se hallan puestos de garnachas y pollo garnachero -que se acompañan de repollo curtido-, tlayudas, tostadas y más.
Para ir despidiendo las velas de Juchitán
El cambio de mayordomía se lleva a cabo alrededor de la una o dos de la mañana, cuando los mayordomos que organizaron la fiesta entregan a los siguientes unas velas hechas el día de la Labrada. Al finalizar la fiesta, se baila el “Lucero de la Mañana”, un son muy significativo con el que cierra la velada; finalmente, los mayordomos y los que hicieron posible la celebración bailan satisfechos por haber cumplido con la encomienda de continuar esta profunda tradición: han llevado a cabo con éxito los rituales de sus antepasados.
Al otro día…aviéntenme unos de esos: la Regada de frutas
En la tarde del día siguiente se lleva a cabo la Regada o Tirada de frutas. Las personas que participan en este desfile se reúnen en casa de los mayordomos y parten rumbo a la iglesia. En todo el camino, los integrantes regalan juguetes, frutas y productos típicos de la región, a las personas que salen a la calle a observar a la comitiva.
El orden de aparición de los participantes de la Tirada de frutas siempre es el mismo. Primero aparecen varios bueyes que tiran de carretas decoradas con papel de china de colores, en donde van algunas mujeres de la Sociedad. Después seguirán los mayordomos que portan las velas; en seguida van otros integrantes de la Sociedad. Luego vendrán los carros alegóricos en donde están sentadas las distintas capitanas y sus acompañantes. Más atrás, montando caballo continúa el capitán de la Regada y sus acompañantes, quienes llevan un morral bajo el brazo y regalan frutas y juguetes. Cerrarán el desfile los atarrayeros, quienes llevan al hombro su atarraya para pescar y tratan de tirar la red a grupos de personas para “llevarse la mala vibra al mar”.
Honran a la #mujer istmeña con la Vela #Sandunga en Oaxacahttps://t.co/Do3BFoZFYH pic.twitter.com/dMENVMyLDT
— La Jornada (@lajornadaonline) May 28, 2018
La despedida: Lavada de ollas
En último día de fiesta se realiza la misa destinada al patrono o a quien está dirigida la Vela. A su término, la misma comitiva de la Regada encabeza un desfile rumbo a la casa de los mayordomos, donde se festeja la Lavada de ollas. En esta última etapa, se esperan consumir el resto de los platillos preparados para la fiesta principal; con todo, también se elaboran diversas botanas, se ofrece cerveza y se tocan sones regionales hasta entrada la madrugada; para finalizar, el cohetero lanza los últimos fuegos del año y termina la responsabilidad de los mayordomos.
Las velas de Juchitán se convierten en sinónimo de hermandad, cooperación, abundancia y tradición. Las personas que forman parte de la Sociedad se comprometen a seguir los rituales al pie de la letra, y eso incluye la preparación de los alimentos que se ofrecen; se dice bien sobre estas grandes celebraciones: en una fiesta de Juchitán nadie se queda sin comer, beber o bailar.
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