Hay piezas tradicionales maravillosas en México. Conoce a fondo qué hay detrás de una de las más reconocidos: la Llorona.
Si viste la película de Coco es probable que recuerdes la escena en donde Mamá Imelda se queda sola en el escenario y comienza a cantar La llorona, hasta que el aprovechado de Ernesto de la Cruz entra para quedarse con todo el crédito. No es novedad, para ninguno de nosotros, que ésa es una típica canción oaxaqueña; y, junto con Dios nunca muere y la Canción mixteca, se ha convertido en uno de los máximos exponentes musicales de esas tierras.
Pero en esta ocasión, vamos a conocer la historia detrás de tan emblemática canción. Así que trae una taza de café, chocolate o, en el mejor de los casos, una cañita de mezcal, porque estamos a punto de cambiar nuestra visión de La llorona.
No se trata de la llorona que todos conocemos
Parecería obvio que esta canción hablara sobre el conocido personaje de la leyenda mexicana “La llorona”, la misma que perdió a sus hijos y que, dicen, se aparece en las madrugadas gritando llena de dolor y angustia: “¡Ay, mis hijos!”. Pero no es así.
Entonces, si no se trata de la mujer de la leyenda, ¿de quién hablamos? Aquí nos encontramos ante la figura de una plañidera o llorona.
Un oficio para llorar
Durante todo el siglo XX, y en algunos lugares hasta la fecha, existió una tradición propia de los funerales: cada que alguien moría, mandaban a llamar a las lloronas. Se trataba de mujeres que eran contratadas, sí, con sueldo y toda la cosa, para llorar incesantemente durante todo el velorio. Esa era su función, dolerse por la pérdida del difunto, aunque no lo conocieran.
Quizás ahora no te haga mucho sentido. Suficiente dolor se tiene con el de la familia, como para pagar por más. Pero esta costumbre tiene sus orígenes mucho antes de la llegada de los españoles.
El llanto en el México Prehispánico
En la cosmovisión mesoamericana, el llanto jugaba un papel muy importante. Servía para liberar las penas, por eso se aconsejaba a los niños llorar por las noches, o bien para celebrar una alegría muy grande, como la asignación de un nuevo gobernante. Las lágrimas se usaban como una expresión pública, a diferencia de la actualidad, en donde a veces procuramos que nadie nos vea llorar.
Pero una de las funciones más importantes del llanto era acompañar a un difunto en su viaje al más allá. Nuestros antepasados creían que las lágrimas guiaban a su ser querido en su viaje hasta el Mictlán, el lugar donde reposan los muertos, o para familiarizarnos mejor, el lugar a donde llega Miguel, el protagonista de Coco, y se encuentra con su tatarabuelo Héctor.
Se han hallado en algunos códices prehispánicos alusiones al oficio de las plañideras o lloronas, quienes tenían el encargo de no parar de llorar, para que el difunto no se perdiera y pudiera llegar a su última morada. Y aunque podemos ver esta práctica en otras culturas del mundo, cada una tiene un significado diferente.
Se enamoró de la llorona
Aunque la canción de La llorona es de dominio público, y no se sabe a ciencia cierta quién es el autor, se cree que fue una plañidera la que inspiró sus coplas. Por ejemplo, la primera estrofa de la versión que cantaron Ángela Aguilar, Natalia Lafourcade y Aida Cuevas en el evento de la entrega de los premios GRAMMY 2019 sugiere que el compositor se asombró por la figura de aquella mujer que se dedicaba al oficio de llorar:
Salías del templo un día, llorona,
cuando al pasar yo te vi.
Hermoso huipil llevabas, llorona,
que la Virgen te creí.
Existen muchísimas estrofas, incluso ahora se inventan unas nuevas; aunque sería imposible hablar de todas, la mayoría de ellas nos mantienen en un vaivén entre el amor apasionado y la muerte, como la que cantó Mamá Imelda, y que antes había sido inmortalizada por el gran Óscar Chávez:
Ay, de mí llorona, llorona,
llorona de azul celeste.
Y aunque la vida me cueste, llorona,
no dejaré de quererte.
Un legado musical
Actualmente existen un sinfín de versiones de esta canción: en rock, balada, folcklórico, y podemos elegir la que más nos guste. Y, aunque siempre existirán versiones clásicas como la de la famosa Chavela Vargas, no dejarán de salir nuevas interpretaciones que, sin duda, seguirán encantándonos, así como la llorona que le robó el corazón a un desconocido compositor.
Antes de irte a escuchar la canción, échale un vistazo a: ¿Qué significa la música en Oaxaca?
Ilustración de Portada: José Manuel Garduño
Interesante tu artículo.
Pero, no investigaste la versión más cercana a su origen: es una historia de amor, nacida en Tehuantepec.
En lo personal,es la más creíble …te sugiero que la busques.