Por Claudia Alatorre
La obtención de derechos para la mujer mexicana ha sido un proceso lento, porque desde tiempos inmemoriales las leyes se han aplicado desde una óptica tradicional, machista, misógina y religiosa; rasgos que se comparten en todos los niveles sociales y tienen una raíz profunda en el pensamiento del mexicano. Por lo cual, las mujeres han vivido la mayoría de las épocas en el rezago y la negación social, en donde no se acepta la desigualdad existente entre hombres y mujeres.
Se debe admitir que el proceso para la obtención de derechos ha costado mucho esfuerzo por parte del movimiento sufragista y feminista, ya que la política ha relegado las peticiones de las mujeres por décadas o se crean iniciativas que no tienen un impacto inmediato por las barreras ideológicas de la sociedad mexicana. La materialización de los esfuerzos femeninos data del año 1953, en donde el presidente Adolfo Ruiz Cortines, a través del art. 34 constitucional, otorga la ciudadanía plena a las mujeres y el voto. Pero, esta facultad no fue ejercida sino hasta 1957 porque tardó tres años en aparecer en el Diario Oficial de la Federación. Y fue hasta 1975 que se integró por primera vez en la Constitución mexicana el concepto de igualdad de género. Hoy en día el movimiento feminista está presente haciendo historia.
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