por Claudia Alatorre y Viridiana Rivera
Pero antes, un poema…
Al crear
el conocimiento guía,
la práctica revela
y la perfección encarcela.
Este lienzo es mi pasión
Aunque, hace lustros, mi perdición.
Nació de una idea
que nada recrea
Días y noches,
fractales alrededor,
ninguno merecedor.
Anhelo alcanzar lo inefable,
lo sublime de su belleza,
lo verídico de su ser
Trabajo incesante
en secreto,
la locura a un paso de mi seno
Sin comer, sin dormir…
el cansancio parece vencerme,
licencia para el hombre,
no para mí.
El artista.
Con este poema de Claudia conmemoramos a Honoré de Balzac, quien nació un día como hoy, pero de 1799. Sus obras se caracterizaron principalmente por el humor y la sátira hacia la condición de las clases altas de su época, a las cuales pertenecía. El poema anterior alude a su cuento La obra desconocida, de 1831. Por su parte, la imagen del encabezado nos invita a preguntarnos, ¿cuál relación habría entre Balzac y Pablo Picasso, ese pintor español del siglo XX que realizó la famosa Guernica? Singularmente, los creadores de contenido artístico y literario experimentan la constante rutina de observar y volver a observar su obra. La revisan con cuidado y meticulosidad, buscando que su creación sea lo más perfecta o única, aunque solo sea ante sus ojos de creador. Pueden pasar semanas, incluso meses trabajando en ella; y todo para que, al salir a la luz de la sociedad, sea incomprendida e incluso rechazada y duramente criticada.
Como lo retrata el poema inicial y el cuento de Balzac, esa es la triste situación que muchos escritores y artistas vivieron en su tiempo; sobre todo, aquellos que realmente pueden considerarse como vanguardistas de su época. Lo que hay detrás del anterior aguafuerte picassiano que retrata a Honoré de Balzac oculta y revela ese momento de creación: la repetición como el énfasis de lo singular, de lo que no tiene semejanza, implicando que retrabajar la obra significaría potenciarla. A continuación, te explicaremos con especificidad cómo se vincularon Balzac y Picasso a través de esta particular serie de retratos cubistas y, posteriormente, cómo la condición de repetición en la obra de arte es algo que los une más allá y de manera atemporal.
La historia de Balzac, Vollard, Picasso y los retratos
Ambroise Vollard era el marchante de Picasso, y además era editor; ambos trabajaron en conjunto y uno de sus encargos al pintor fue una serie de aguafuertes inspirada en el mencionado cuento de Balzac. Esto sucedió en 1931, durante el centenario de la primera edición del cuento. Vollard editó la serie en una carpeta y finalmente publicó la reedición.
Según varias fuentes, cuando Picasso leyó el cuento quedó fascinado, ya que esta narración habla del artista en su eterno y obsesivo vínculo con la obra durante el proceso de creación. A partir de ahí, el escritor mismo se convirtió en uno de los fantasmas del artista, del cual surgirían varias obras. Posterior a los aguafuertes de 1931, Picasso declararía que fue perseguido por Balzac. Indudablemente, esto se reflejaría en los múltiples retratos que el pintor le dedicó. Todos ellos son litografías fechadas en 1952, a lo largo de diferentes meses y algunos con dedicatoria. Incluso, uno de ellos fue empleado para la edición de Papá Goriot -novela de Balzac- hecha por André Sauret junto con la Imprimerie Nationale. Pero, ¿por qué tantas versiones? Por detrás de esta conducta algo se asoma, y el filósofo Gilles Deleuze nos ayudará a comprenderlo.
La repetición como distinción
Trataremos de hablar sobre lo que nos dice Deleuze, con la sencillez que carecen sus textos. En la introducción de su obra Diferencia y repetición (2002), el filósofo nos explica que podemos confundir con facilidad la repetición y la semejanza, pero en realidad ambas son diferentes. Para no dejar muy atrás los retratos picassianos de Balzac, pongámoslos directamente de ejemplo. Hay que estar muy consciente de algo: pese a que los retratos se parecen, no son iguales sino semejantes. Pero, entonces, ¿cómo se manifiesta la repetición? Según Deleuze, se reflejaría en el acto mismo de crear una y otra vez un retrato. El resultado de esa repetición sería una serie de variantes de la idea original: un retrato de Balzac.
¿Por qué se repite ese mismo tema? Deleuze dice que la repetición es una conducta que nos lleva a potenciar aquello que es muy particular:
Repetir es comportarse, pero con respecto a algo único o singular, que no tiene algo semejante o equivalente. Y tal vez, esta repetición como conducta externa se hace eco, por su cuenta, de una vibración más secreta, de una repetición interior y más profunda en lo singular que la anima. La fiesta no tiene otra paradoja aparente: repetir un “irrecomenzable”. No es agregar una segunda y una tercera vez a la primera, sino elevar la primera vez a la “enésima” potencia. (2002, pp. 21-22)
Entonces, la repetición siempre va a llevarnos al eterno retorno de aquello que es repetido. Pero lo que sucede es que eso repetido siempre va a sufrir cambios, siempre va a convertirse en una semejanza y no en una réplica de aquello que impulsó el acto de la repetición (pp. 23-24).
Así que ya sabes. Detrás de las múltiples versiones de una obra de arte, no solo se encuentra la loca obsesión del artista sobre su creación o que el artista está “perfeccionando” o “ensayando” su trabajo. Hay una intención de elevar a una potencia mayor eso que inicialmente es muy peculiar frente a otras obras que haya creado él u otros colegas. No es solo el vicio de “hacer lo mismo” todo el tiempo. Va más allá de eso. Por tal razón, muchos personajes creativos que se ensimisman con su obra resultan incomprendidos porque, en su encierro, ellos dialogan misteriosamente con sus búsquedas, las cuales no son ni serán descifradas por los que estamos afuera de su cabeza. Es posible que esta sea la verdadera conexión entre Balzac y Picasso, más allá de los retratos litográficos.
Bibliografía
Deleuze, G. (2002). Diferencia y repetición. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Claudia Montserrat Alatorre Vera es historiadora por la Universidad Autónoma Metropolitana- Unidad Iztapalapa (UAM-I) y especialista en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Actualmente estudia la maestría en Enseñanza de la Historia de México en curso en Universidad Abierta y a Distancia de México (UNADM), es docente a nivel medio superior, así como colaboradora de Fundación Guendabi’chi’ AC.
Viridiana Rivera Solano es historiadora e historiadora del arte. Entre sus líneas de investigación e interés, están las vanguardias históricas del siglo XX, el modernismo, la estética de los totalitarismos y el vínculo entre arte y política. Ha participado en coloquios nacionales e internacionales, y ha publicado textos de investigación en diferentes espacios académicos y no académicos. Actualmente trabaja como escritora, editora y relaciones públicas en la gestión de proyectos culturales y en la coordinación general de Fundación Guendabi’chi’ AC.