La emancipación de Laureana Wright: hacia una ideología de liberación del siglo XIX

Por Alejandra Arteaga

Un pequeño grupo [de espíritus atrevidos], en lugar de resignarse, reclamó instrucción y derechos políticos sin renunciar a las obligaciones determinadas socialmente como de su competencia.

Martha Eva Rocha Islas

1) Laureana Wright
Retrato de Laureana en tono sepia.

La presente reflexión se basa en un par de ensayos escritos por Laureana Wright de Kleinhans, titulados: La emancipación de la mujer por medio del estudio (1891), y Educación errónea de la mujer y medios prácticos para correjirla (1892). Su contenido refleja la búsqueda por cambiar el modelo de pensamiento tradicional de la educación de su época. Esta mujer extraordinaria buscó romper esquemas del prototipo femenino durante el siglo XIX. Laureana fue la primera en reconocer a sus congéneres como ilustradas, aunque prefirió llamarlas “distinguidas” en Mujeres notables mexicanas. Desde 1880, escribió artículos para El Álbum de la Mujer y después fundó Las Violetas del Anáhuac y Las Hijas del Anáhuac. Quizá fue la más activa periodista en México de ese periodo (Staples, 2015: 146 y 147)[1].

 

Laureana Wright, su pensamiento y el contexto de la mujer en el siglo XIX

Wright fue promotora del pensamiento femenil, abrió espacios de difusión para mujeres y, así, transformar las bases educativas de entonces y también los estereotipos impuestos por la sociedad mexicana de su época. Su legado nos lleva seguir las huellas de otras protagonistas de su tiempo que se atrevieron a cruzar los límites establecidos y autoimpuestos; hazañas intelectuales de valientes mujeres que hoy seguimos sin reconocer como pilares de la cultura en México, pero que forjaron su propio camino a contracorriente para que nosotras gozásemos de privilegios que ellas demandaban. La obra de Laureana nos muestra algunas dificultades que atravesaron mujeres interesadas por acceder a la educación superior durante el siglo XIX, mismas que lucharon por su reconocimiento jurídico como miembros sociales independientes, debido a que no eran aceptadas como sujetos de derecho (Virgen, 2013).

Su libertad cívica era tan limitada que estaban supeditadas a cualquier hombre de su familia o al marido, antes que a ellas mismas. Esto mantenía el statu quo social, poniéndolas en desventaja frente al sector masculino, con argumentos como: “si la naturaleza hubiera dotado a las mujeres del vigor físico y de la fuerza intelectual de los varones y a la vez hubiera conservado sus cualidades naturales de ternura, vivacidad de imaginación y delicadeza exquisita de sentimientos serían verdaderas hermafroditas morales” (Alvarado, 2004, p. 62). Esta opinión muestra panorama del sector intelectual; resta imaginar opiniones del “mexicano común”, ya que contamos con más ejemplos como este testimonio, el cual representa al “grupo educado” del siglo XIX.

2) Portada Violetas del Anáhuac
Periódico literario Violetas del Anáhuac redactado por Señoras con retrato de Laureana.

En contraste, la francesa Josefina Bachellerry escribió en 1842 “Educación de las mujeres” para una revista femenina mexicana dirigida por Vicente García Torres llamada el Panorama de las señoritas[2], que respondía al interés porfiriano de mostrar perspectivas europeas. Josefina aboga por una educación profesional para sus congéneres de tipo práctico, “especial” como ella lo nombraba, algo suficiente para capacitarlas y poder desempeñar algún oficio (Alvarado, 2004, p. 64). Es interesante pensar en cómo mujeres porfirianas como ella y Laureana se abrían camino para manifestar su pensamiento. Tomando en cuenta que ambas pertenecieron a la clase privilegiada de su época, particularmente Laureana fue de las pocas educadas desde temprana edad y apoyada por su familia, en particular por su padre, aunque inmersa en estándares de comportamiento de su género, pero influenciada por ideas de la Ilustración[3] (Alvarado, 2005: 14 y 15). Desde joven, estudió lenguas extranjeras[4]; también, colaboró con la Sociedad Nezahualcóyotl y el Liceo Hidalgo

Ellas también vivían en un escenario donde la educación para mujeres estaba enfocada al ámbito doméstico y al cuidado de los hijos; “recomendaba una buena educación para el sexo opuesto”, siempre y cuando se “ajustara a las leyes naturales y no a las normas deformadoras impuestas por la sociedad”[5]. Las tres alternativas educativas eran la familiar, conventual y social; se recomendaba limitar los castigos físicos característicos de la enseñanza del XIX (Alvarado, 2004: 63).

Sin embargo, Laureana Wright, no se hizo notar por ello, sino por una escritura fluida y conocimientos generales de Historia. En sus textos, destacaba otras mujeres de diferentes épocas, enalteciendo su importancia a través de los tiempos y subrayando su formación académica. Siempre se adscribía en el pensamiento ilustrado, pues reflexionaba constantemente sobre la libertad, igualdad y justicia universales, propias de La emancipación de la mujer (Alvarado, 2005: 40-43).

Wright trabajó dicho texto con patrocinio porfirista, bajo las conmemoraciones de

3) Portada Violetas del Anáhuac con Sor Juana
Periódico literario Violetas del Anáhuac redactado por Señoras con retrato de Sor Juana Inés de la Cruz.

Independencia. Su labor literaria glorifica el nacionalismo, característico entre los intelectuales de la época, encumbrando a ciertas mujeres célebres desde la época prehispánica hasta sus contemporáneas. Es notoria su exacerbada tendencia patriótica, común también entre las élites ilustradas occidentales del XIX (Alvarado, 2005, p. 43). Un ejemplo donde refiere a Sor Juana Inés de la Cruz, fue en la segunda portada del periódico literario Violetas del Anáhuac redactado por Señoras el 12 de febrero de 1888, proyecto dirigido por Wright y contemporáneas. Igualmente, inmersa en una sociedad donde las mujeres tenían prohibida la educación superior, Sor Juana ya señalaba tal problema desde un siglo antes y, en una carta dirigida al Padre Núñez en 1682:

 

 “¿…los particulares y privados estudios, quiénes los han prohibido a las mujeres?… ¿Qué dictamen de la razón hizo para nosotras tan severa ley?” (Glantz, 1996, p. 31).

Laureana consideró imprescindible crear una guía de educación superior que les llevara a ser reconocidas con los mismos derechos que los varones y convertirse, así, en ciudadanas “dignas del hombre ilustrado”. Ella se abanderaba bajo los ideales progresistas para la humanidad, hacia la cumbre de la civilización por medio de la razón. Divulgó la igualdad entre hombres y mujeres a nivel intelectual. Ello implicaba romper con el paradigma social que condicionaba a las mujeres a ser subordinadas “por naturaleza”, incapacitadas para desarrollarse en cualquier ciencia concreta y ser independientes, autónomas del hombre, ser profesionales.

En el oficio periodístico y literario, podemos considerar a Wright una digna representante de vanguardia femenina para su época. En sus textos, reitera las maravillas del saber para erradicar la ignorancia; así como la indignación que le causan las condiciones deplorables de otras mujeres, privadas del acceso a la enseñanza que a ella benefició, pareciéndole una injusticia. Comparemos la de por sí poca representatividad de las mujeres privilegiadas de la escena culta con la gran mayoría analfabeta que intentaba sobrevivir. Esta se refleja en el estándar femenino basado en paradigmas extranjeros que encaminaban a un “desarrollo progresista”, sin pensar en las necesidades de la mayoría de la población ni en sus condiciones de vida y tradiciones ancestrales[6]. En general, los intelectuales mexicanos adoptaron una corriente de pensamiento inalcanzable para el grueso de la población.

En su ensayo Educación errónea de la mujer y medios prácticos para correjirla, Laureana

4) Lavandera al interior
Charles B. Walter (atribuido). Sin título, 1900, Fototeca Nacional, Secretaría de Cultura, INAH.

respondió al dogma social respecto a la “naturaleza femenina” de su época, criticando la clasificación de mujeres (Alvarado, 2005, pp. 61-93). Dicho ensayo parece un manual de errores prototípicos inherentes al género femenino, los cuales deben ser erradicados. En ensayo fue dirigido a mujeres maduras, casadas, con hijos, de condición acomodada, letradas, estables y con oportunidad de ociosidad que podrían aprovechar para educarse. Resalta su como promotoras de la educación de los hijos, como administradoras del hogar –descrito como “el mejor papel de su vida”-, como impulsoras de familia en la toma de decisiones, considerando al hogar como su “imperio” y su campo de acción más libre. En el hogar, desempeñaba la labor de guía para sus hijos y compañera de su marido, siendo independiente y educada, dueña de sí a partir del ejercicio y estudio de cualquier oficio. Este último aspecto lo ejerció ella misma como escritora, sin descuidar sus “deberes femeninos ante la sociedad mexicana y la humanidad”.

 

Otro punto relevante es hacer posible la independencia financiera de las mujeres por medio del campo profesional y cambiar la dependencia económica de tutela masculina, para un sustento propio con salario básico. Quería prepararlas con saberes para afrontar la viudez o el abandono del marido, en cualquier adversidad. Laureana propuso una cátedra con discurso pedagógico femenino para mexicanas, supeditada al positivismo y racionalismo, formada de lecturas asiduas que les permitiría discernir entre lo “correcto e incorrecto”, y establecerse un criterio propio en lo moral y religioso (Alvarado, 2005, pp. 121-126).

La lectura de sus ensayos permite ver una visión muy contemporánea, pese a ser ella una mujer culta del siglo XIX. Pensaba en revolucionar la sociedad por medio de armas educativas, con protagonismo femenino desde el núcleo familiar. Pensaba que, instruyendo a las mujeres, era posible alcanzar un nuevo prototipo femenino, que complementara y enriqueciera al sexo masculino. Promovió la preparación científica para revertir el tradicionalismo, incentivando la inserción social de la mujer.

Wright fue pionera en promover el empoderamiento femenino. Y ello encaminado hacia promover una sociedad equitativa, con un bienestar proporcional para todos sus miembros. Además de enriquecer los estudios de género[7] desde una postura femenina dirigida a mujeres, es evidente que Laureana contaba con un auditorio donde encontró posturas semejantes a ella, fomentando el debate.

Wright criticaba a la mujer como elemento decorativo o “autómata”, término que usa para referirse aquella que sirve para complacencia del hombre. Revela una concepción

6) Grupo de lavanderas
Charles B. Walter. Doing the washing in Mexico, Ciudad de México, 1900, Antiguo Ayuntamiento de San Carmen.

que prevaleció entre las mujeres del siglo XIX, muchas veces subestimadas socialmente; este tipo de infravaloración es una ventana del contexto general de Laureana, en el que, por ejemplo, se comparaba a los animales con el “pueblo bajo” (Alvarado, 2005, p. 103). Ante ello, la autora criticó abiertamente el estereotipo que la élite tenía de los pobres y del pensamiento que implicara la dicotomía supremacía-subordinación, como el machismo mismo. Se refería al esfuerzo físico de las campesinas o artesanas para contratacar dicha subestimación y justificar la igualdad de oportunidades en trabajos pesados (Alvarado, 2005, p. 114).

 

En ese sentido, Wrigth consideraba que la sociedad mexicana estaba atrasada respecto a Estados Unidos o Francia, donde cita reiteradamente a Eugene Pelletan. Trató de adaptar los pensamientos de emancipación y los ideales liberales que ella leía en autores extranjeros al empoderamiento femenino en México. Sobre el concepto de emancipación[8] que Laureana empleaba se relaciona con la libertad, la autonomía y la inclusión. Es un concepto con carácter político, muy ligado a la lucha por los derechos civiles del feminismo este siglo y el XX.

7) Portada Violetas del Anáhuac con Isabel
Periódico literario Violetas del Anáhuac redactado por Señoras con retrato de la Señora Isabel Prieto de Landázuri.

Conclusiones y carta de la autora al lector

Algunos problemas que Laureana citaba son actuales; por ejemplo, la desigualdad ciudadana en algunos aspectos. Hoy en día, miles de mujeres luchando por el mundo, abogando por su derecho a la libertad y respeto, ejecutando sus capacidades en la esfera sociocultural, eligiendo el ámbito laboral más satisfactorio para desenvolverse, y defendiendo su derecho en el ámbito educativo y profesional.

Ahora, querido lector que tan atento has seguido estas líneas, deseo invitarte a ejercitar el diálogo y te pregunto: ¿percibes alguna relación entre las demandas feministas del siglo XIX con las de nuestro presente?, ¿consideras legítima la defensa por la vida de mujeres en México y el mundo?, ¿cuál es tu opinión acerca del tema?,

Me atrevo a pensar desde mi experiencia como una mujer citadina, estudiante crítica, hija apoyada por mi familia, escritora activa, hermana y amiga, que también comparto la intención de Laureana por transformar la sociedad en la que vivo. Es inadmisible sostener una realidad violenta hacia la vida en general que remueve viejos odios, que atraviesa y trastoca fibras humanas más allá del género, situación económica, adscripción religiosa, política o educativa.

Considero que estamos a tiempo de contrarrestar y modificar las estructuras desde la base social: nosotros mismos, como individuos con acceso a derechos que otros han tratado de alcanzar, desde el privilegio que nos legaron, es hora de responder con responsabilidad ante las siguientes generaciones. Es tiempo para decidir e incidir, desde nuestras posibilidades, para generar el mundo que queremos. Reitero mi disposición al debate constructivo, estoy abierta a sus comentarios y quedo a su disposición, gracias por leer y repensarnos juntos.

8) Portada dedicada a Lesvy
Violetas del Anáhuac, es un Suplemento de la Mujer del Semanario Unión, Órgano informativo del Sindicato de Trabajadores de la UNAM. Alberto Pulido Aranda/ Director del semanario Unión Alfonso Velázquez Márquez/ Subdirector del semanario Unión Ana María Nolasco/ Coordinadora editorial del suplemento.a leyenda.

Bibliografía   

Alvarado, María de Lourdes. (2004). La educación “superior” femenina en el México del siglo XIX. Demanda social y reto gubernamental. Plaza y Valdés; Universidad Nacional Autónoma de México.

—————————————- (2005). Educación y superación femenina en el siglo XIX: dos ensayos de Laureana Wrigth. Fuentes para la historia; Universidad Nacional Autónoma de México, México.

Glantz, Margo. (1996). Sor Juana Inés de la Cruz: saberes y placeres. Instituto Mexiquense de Cultura; Toluca, Estado de México.

Izquierdo, María Jesús. (1983). El sistema sexo-género y la mujer como centro de transformación social. La Sal, Barcelona.

Rocha Islas, Martha Eva. (oct/1990-mar/1991). “Nuestras propias voces. Las mujeres en la Revolución Mexicana.”, en Historias, número 25. Dirección de Estudios Históricos, INAH, D.F., México. Ensayo consultado el 04 de marzo de 2020. https://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/?p=3402.

Staples, Anne. (2015). “Mujeres ilustradas mexicanas, silgo XIX.”, en Patricia Galeana (coord.). Historia de las mujeres en México. SEP; INHERM, México.

Otras fuentes

Virgen, Lucy. (2013). Derecho al voto para la mujer en México. Universidad de Guadalajara. Red universitaria de Jalisco. Investigación consultada el 19 de septiembre de 2018. http://www.udg.mx/es/efemerides/17-octubre-0.

Real Academia Española. (2020). Reproducción. En Diccionario de la lengua española. Consultado el 07 de marzo de 2020. https://dle.rae.es/concubinato#4DVARt9; https://dle.rae.es/emancipar.

Exposición temporal

Aguayo, Fernando (curador). (2020, 04 de marzo). Lavanderas mexicanas del siglo XIX. Instituto Mora; Museo de la Mujer, Ciudad de México.

[1] Posteriormente, nació la primera organización feminista Sociedad Protectora de la Mujer, fundada por mujeres combatientes y profesionistas en 1904; entre ellas, la primera mexicana graduada en Derecho hacia 1889. Defendían el desarrollo físico, intelectual y moral de todas, particularmente de las presas y hostigadas políticas. Más adelante, emergieron las Admiradoras de Juárez, quienes prepararon la lucha por el voto femenino desde 1906 (Rocha, 1990, p. 115).

[2] “El Panorama no es una producción científica, no es una compilación de severa filosofía, no va a ocuparse de las cosas públicas, no contiene lecciones de ningún género, no se trata de iniciarlas en las subdivisiones religiosas del tiempo, de remontarse al cielo a estudiar los astros, ni de escudriñar los abismos del mar y de la tierra… quiero dar a las señoritas un libro de puro entretenimiento, que no las fastidie, sino que, al contrario, les sirva de distracción en sus ocios.” Vicente García Torres  “Introducción”, Panorama de las Señoritas Mexjicanas 1842 (Alvarado, 2004: 61).

[3] Corriente de pensamiento filosófico del siglo XVIII en Europa que se difundió entre intelectuales privilegiados del siglo XIX en México.

[4] De madre mexicana y padre norteamericano, nació en Taxco y se educó en la capital del país, contrajo matrimonio con un francés; con apoyo familiar logró editar revistas, periódicos y escribió disertaciones críticas en contra de los prejuicios alrededor de la educación femenina, luchando por la apertura hacia mayores oportunidades para las mujeres (Staples, 2015:146).

[5] Opinión de un hombre que hacía referencia a la incidencia de ciertos grupos femeninos liberales que reclamaban educación de calidad e igualdad cívica, con mayor representación política en otros campos, una perspectiva en contraposición a las viejas estructuras que dictaba la tradición porfiriana.

[6] Por ejemplo, las mujeres lavanderas en este contexto. En la esfera pública, se instalaron espacios designados exclusivamente para lavar ropa, actividad que adoptaron las féminas dando la idea de ser una “tarea de mujeres”. (Aguayo, 2020).

[7] Entendemos el término género desde el sentido de María Izquierdo en relación a sexo-género: “La identidad sexual comparte una identidad de género, esto es una constelación de formas de comportamiento, de relación con los demás y de acción con el medio que hacen diferentes a los hombres de las mujeres” (Izquierdo, 1983, pp. 12 y 13).

[8] Emancipar se define como: 1. Libertad de la patria potestad, de la tutela o de la servidumbre. 2. Liberarse de cualquier clase de subordinación o dependencia. Diccionario de la lengua española Real Academia Española (2020). Consultado el 07 de marzo de 2020. https://dle.rae.es/emancipar.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.