Un 24 de enero de 1909 se pronunció ante prensa el Club Político «Melchor Ocampo», cuyo documento registra el aparecimiento más remoto de Emiliano Zapata y su activismo político-agrarista. Véase «Otro Club en Villa de Ayala»
Por Claudia Alatorre
Ilustraciones: José Garduño
En este presente en el cual un personaje histórico tan importante como Emiliano Zapata es pictóricamente retomado para representar ideales actuales de lucha, es tentador escribir sobre el tema. Pero, más allá de juzgar si el uso de su imagen en contextos actuales es correcto o incorrecto, propongo una revisión del humano, de la persona que tuvo un novedoso proyecto social que no se contemplaba a inicios del siglo XX. Este recorrido busca reavivar la consciencia histórica del revolucionario y propiciar la reflexión en pos de una opinión documentada que explore cuánto y cómo somos herederos de su legado.
Emiliano Zapata Salazar, nació un 8 de agosto de 1879, siendo el noveno de diez hijos. Era oriundo de Anenecuilco, Morelos; lugar en donde sus pobladores tienen ascendencia prehispánica de uno de los pueblos tributarios de los mexicas (Ávila, 2019, pág.16). Como pueblo originario, su gente compartió de generación en generación un arraigo por cuidar sus tierras y agua; sobre todo, la defensa de su territorio ante la inminente expansión de las haciendas de conquistadores españoles.
El primer litigio de Anenecuilco fue en contra del Marquesado del Valle, territorio que durante la conquista se le dio a Cortés por sus favores a la corona española. Durante este, los habitantes se asumen como un pueblo de indios y expresan su derecho a conservar sus tierras. Zapata crece dentro de un pueblo con consciencia histórica, en donde los jefes más ancianos de la comunidad guardan celosamente sus títulos originales de propiedad porque conocen el valor patrimonial que contienen. Hay que enfatizar que Zapata era mestizo y su familia vivía del cultivo, vender ganado y caballos, labores que le marcaron desde niño. Así comienza su gusto por montar a caballo, actividad que realizaba plenamente y que le valió el prestigio y fama de gran jinete. A temprana edad también usó armas, las cuales eran parte de la cultura popular, empleadas para la cacería y la defensa del pueblo.
Su educación fue elemental y, gracias a su maestro Emiliano Vara, conoció los ideales de la Reforma. Aunado al patriotismo de su familia, creció con consciencia de resistencia para proteger su patrimonio y, más adelante, el de su pueblo, continuando la lucha para que toda población fuese dueña de sus tierras y evitara el despojo de ellas por parte de autoridades y grandes haciendas que la rodeaban.
El inicio de la “leyenda zapatista” fue el 12 de septiembre de 1909, cuando el consejo de ancianos de Anenecuilco y 80 hombres de la comunidad votaron para que Emiliano fuese el representante del pueblo y guardián de sus títulos de propiedad. A los treinta años se había convertido en el hombre más importante de su comunidad. El primer acto de defensa y rebeldía que estuvo a su cargo fue sembrar en las tierras de la Hacienda “El Hospital”. Estos terrenos estaban en litigio desde hace años. La táctica de los hacendados para apropiarse tierras era pactar o arrendar aquellas que los pueblos de indios no podían sembrar por falta de recursos y, después, darles trabajo a los habitantes; así se reactivaba la economía. Pero este trato se desconocía y los hacendados daban por sentado que las tierras eran suyas. Antes de “invadir” los territorios de la hacienda, el pueblo habló con el gobernador de Morelos, incluso hasta con el presidente Porfirio Díaz, pero al no tener respuesta positiva a su causa, decidieron, liderados por Zapata, tomar a la fuerza lo que les pertenecía. Esta acción sería el estandarte para los pueblos vecinos, ya que la noticia corrió como pólvora. El propio Zapata encabezaría otras ocupaciones exitosas en poblados circundantes. El éxito de las campañas de los morelenses se debió a que los hacendados no tuvieron apoyo del gobierno, pues Porfirio Díaz concentró todas sus fuerzas para replegar al movimiento que se extendía por el país, encabezado por Francisco I. Madero.
El éxito de Zapata despertó rebeliones contra los hacendados, que eran protegidos y solapados por el gobierno porfirista. Una opción de los nuevos rebeldes campesinos era unirse a la lucha maderista, para hacer un frente opositor en contra de la dictadura, pues era una oportunidad de cambio para intentar modificar la situación agraria que sufrían sus comunidades. Fue entonces que Zapata se adhirió al Plan de San Luis y al llamado de guerra de Madero. La promesa de restituir las tierras a los pueblos, provocó que líderes de varias regiones se unieran a la lucha con sus propios recursos.
El liderazgo de Zapata fue indiscutible, otros líderes de regiones circundantes se unían a él por su habilidad para tomar haciendas y conseguir dinero, armas, alimento, castigar enemigos y reclutar más gente. Una característica del movimiento zapatista fue que en donde ganaran, se repartía la tierra entre sus habitantes:
Le tienen mucho amor a la tierra. Todavía no lo creen cuando se les dice: “Esta tierra es tuya”. Creen que es un sueño. Pero luego que hayan visto que otros están sacando productos de la tierra dirán ellos también: “Voy a pedir mi tierra y voy a sembrar”. Sobre todo, ese es el amor que le tienen el pueblo a la tierra. (González, 1954, pág. 113)
Zapata impedía que su ejército se aprovechara de sus semejantes, siempre estaba al pendiente de los abusos y resolvía personalmente cada caso. Además de continuar su expansión y apoyo a Madero, la rebelión que encabezaba Zapata se convirtió en una revuelta de clase, el pueblo oprimido comenzó a destruir todos los símbolos y figuras del poder que los abusaba. Las injusticias del virreinato y de los gobernantes siguientes, que defendían a los grandes propietarios, estaban por primera vez vulnerables ante la movilización popular que buscaba un cambio después de todos esos años de opresión.
Sin embargo, la historia nos muestra que los ideales de Madero y Zapata se radicalizaron y opusieron. El primero buscaba la destrucción del régimen político y crear las bases de una democracia en el país. Zapata y sus seguidores tenían un objetivo diferente: acabar con el statu quo e iniciar una revolución social, basada en los intereses de la población víctima de grandes latifundistas. Los proyectos de cada facción eran irreconciliables, la reforma agraria era el objetivo inicial de Zapata y no lo modificaría; al contrario, se puliría y consolidaría con el Plan de Ayala. La propuesta del zapatismo era un cambio agrario; planteaba que los pueblos despojados debían ocupar de inmediato las propiedades que le pertenecían y defenderlas con armas, seguido de una repartición de tierras. Esta postura tan radical provocó que se iniciará la leyenda negra de Zapata en donde se le llamó “el Atila del sur”. La intención del diario El Imparcial era desprestigiarlo y evitar que continuara con su proyecto social y que ganara adeptos para su lucha. Diez años fueron suficientes para establecerse como uno de los caudillos más importantes de la revolución. Sus planes de acción: eliminar a un dictador, negociar con diferentes aspirantes a la presidencia y continuar con su proyecto sin venderse ni claudicar a su compromiso con su pueblo y pueblos de México. En sus propias palabras:
Diré a ustedes que yo me he levantado no por enriquecerme, sino para defender y cumplir ese sacrosanto deber que tiene el pueblo mexicano honrado y estoy dispuesto a morir a la hora que sea, porque llevo la pureza del sentimiento en el corazón, y la tranquilidad en la consciencia. (Magaña, 1985, pág. 19)
Dio su vida a la lucha revolucionaria, entregando todas sus habilidades para pelear por garantizar derechos de comunidades y pueblos que habían sido usurpados por décadas atrás. Zapata es, de manera indiscutible, un símbolo del agrarismo y de la lucha por la justicia y libertad. Un líder que peleó por los campesinos pobres. ¿Qué opinas ahora de cómo debemos recordarlo?
Agradezco especialmente a mi alumna Aurora, ya que gracias al libro que me prestó, me inspiré para realizar este artículo con cariño.
Bibliografía
Ávila Espinosa, Felipe. (2019). Zapata. La lucha por la tierra, la justicia y la libertad. México: Crítica.
González Ramírez, Manuel. (1954). Planes políticos y otros documentos. Fuentes para la historia mexicana. México: FCE.
Krauze, Enrique. (1997). Biografía del poder. Caudillos de la revolución mexicana (1910- 1914). México: Tusquets.
Magaña, Gilgardo. (1985). Emiliano Zapata y el agrarismo en México. México: INEHRM.
Claudia Montserrat Alatorre Vera es historiadora por la Universidad Autónoma Metropolitana- Unidad Iztapalapa (UAM-I) y especialista en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Actualmente estudia la maestría en Enseñanza de la Historia de México en curso en Universidad Abierta y a Distancia de México (UNADM), es docente a nivel medio superior, así como colaboradora de Fundación Guendabi’chi’ AC.
Excelente estudio de un personaje histórico como es Emiliano Zapata. Felicidades Lic. Alatorre. Continué su ascenso profesional y personal. Igualmente buenísimo el apoyo de QUIXE.
Muy I interesante e inspirador. Felicidades Claudia
Excelente estudio,muchas felicidades Lic. Claudia
Interesante tema de nuestro México lindo y querido!!!