Por Rubén Balmaseda y Viridiana Rivera
Ilustración: José Garduño
En la década de los sesenta, mi madre era una adolescente beatlemaniaca que apenas cursaba la secundaria. Escuchaba con pasión sus canciones y, en especial, vivía enamorada de aquel que estaba a la sombra John Lennon y Paul McCartney. No, no era el simpático Ringo Starr; era un hombre apacible, introvertido, de mirada seria y ojos almendrados oscuros que sonreía ocasionalmente: George Harrison. Ella tenía un póster de él en su recámara, de unos 60x35cm. La apariencia que tenía el beatle en ese momento era con el cabello largo y barba poblada, apenas asomándose esos ojos oscuros y profundos. Mi abuela le decía a mi madre sobre Harrison:
—¡Qué barbas y qué mechas tan feas!
—¡Pero si así estaba Jesús!, respondía mi madre
—¡Eso es otra cosa!, replicó mi abuela.
Ese póster tenía tal presencia en su casa que mi bisabuela, doña Mago, se persignaba frente a Harrison pensando que era el mismísimo Jesucristo occidentalizado que conocemos quienes pertenecemos a la cultura del catolicismo. Mi madre nunca le aclaró que no era Jesús de Nazaret, sino un George Harrison en etapa de introspección, influencia que el músico retomó de la cultura hindú. Quizás Lennon se hubiera enfurecido la confusión de la bisabuela, pues en 1966 afirmaba que: “El Cristianismo se irá, menguará y se desvanecerá. Nosotros somos ahora más populares que Jesús […]”. Doña Mago, en cambio, sería la muestra clara de que ellos aún no superaban la popularidad del Hijo de Dios, nuestro señor.
Hoy, en su 18 aniversario luctuoso, le dedicamos este pasaje íntimo de mi madre, y les compartimos a los lectores algunos datos interesantes que hablan de George Harrison y sus aportes musicales a The Beatles, en un contexto en el cual las culturas orientales y occidentales se encontrarían en manifestaciones de la contracultura.
Resulta trágico e irónico que la muerte del ex-beatle George Harrison, ocurrida el 29 de noviembre de 2001, fuera producto de un cáncer de pulmón, consecuencia indirecta de la puñalada que le dio un fan esquizofrénico años antes. Así, un desesperado maniático que veía en Harrison a un agente del mal, perforó sin remedio un pulmón de este célebre músico quien durante la última parte de su vida se dedicó a llenar su mente cuerpo de prana, amor divino, sentimiento transcendente y, paradójicamente, humo de cigarro.
Reiterando la influencia hindú en Harrison, ¿cómo podemos ver esta aculturación en las canciones de los Beatles que tienen esta estética?
(Como tip, les recomendamos escuchar cada una de las piezas analizadas).
La música de la India, el sitar y el beatle hindú
Podemos explorar la progresión de pensamiento y musicalidad que tuvieron los Beatles a medida que incorporaban el sitar y, por consecuencia, elementos musicales indios. El título de la primera, “Norwegian Wood”, es el pretexto combustible con el que un enfurecido adolescente prende fuego al cuarto de una chica quien, luego de pasar buenos ratos la noche anterior con él -sin llegar al sexo-, desaparece, haciéndolo despertar solo y con sensación de abandono, de haber sido utilizado. En esta canción, el sitar se dedica a replicar el tipo de música occidental popera, teniendo de indio únicamente la sonoridad propia del sitar.
En la segunda, “Love to you”, alguien que se preocupa por el paso del tiempo y la cortedad de la vida invita a una chica al canto, la danza y el amor como manera de suspender el tiempo y bloquear los pensamientos y la mala opinión ajena. El sitar domina la instrumentación y todo el ambiente sonoro recuerda a un raga hindú.
En la tercera, “Within you without you”, se rememora una conversación que medita sobre el espacio entre todos y la ilusión de las personas que mueren sin conocer la verdad y la trascendencia. Luego, se hace un llamado a salvar el mundo mediante al amor y reconocer que somos pequeños ante la vida que fluye desde nuestros adentros, desde afuera y al margen de nosotros. En esta canción, tanto la instrumentación como la melodía, son plenamente música india, sin mucho de occidental que no sea el violín que acompaña al sitar y al tambor, y que sigue igualmente la atmosfera melódica hindú de la canción.
Vemos aquí cómo las preocupaciones plasmadas en los versos de estas melodías se desplazan desde la cotidianidad hasta la urgencia por el paso del tiempo y, finalmente, a la comprensión del fluir de todo y la necesidad de salvar el mundo mediante el amor. El amor mismo, a medida que se “indianiza musicalmente”, se “desmundaniza” y se expande hacia la trascendencia en estas canciones de los Beatles influidas por la estética musical hindú.
Ahora bien, ¿cuándo y cómo inició el vínculo de los Beatles con el hinduismo y la música de la India?
Harrison, el hinduismo y Ravi Shankar
George Harrison se introdujo en el universo hindú, y viceversa, de manera paulatina pero rápida. Uno de sus primeros contactos tuvo lugar en 1965, a partir de un libro sobre reencarnación que les fue ofertado por un devoto hindú a cada beatle en las Bahamas, mientras filmaban la película Help! Este hecho resulta curioso ya que la cinta en cuestión es, en sí, casi una caricatura de la religiosidad hindú, siendo el sacrificio de una doncella por parte de una secta lo que dinamiza la historia. Durante la gira americana de los ingleses, también en ese mismo año, Roger McGuinn de The Byrds y David Crosby le presentaron a George el sitar y el arte del músico Ravi Shankar, estando él bajo los efectos del LSD que le hicieron reconocer que no sabía nada de espiritualidad ni de la música india. Luego, tuvo la oportunidad de ver en Inglaterra a una agrupación de músicos hindúes y de extasiarse con el sonido del sitar, comprándose uno poco tiempo después, así como discos de Ravi. Es hasta 1966 que conoce a Shankar en Londres. Posteriormente, realizó un viaje a la India con su novia, donde se especializó en el sitar con la instrucción directa de Ravi Shankar e incorporó in situ la espiritualidad hindú.
Más adelante, todos los Beatles fueron a la India a practicar la Meditación Trascendental de Maharishi. Años después, en los Estados Unidos, Harrison y Lennon conocieron a los Hare Krishna, religión que George practicó hasta sus últimos días.
Por otro lado, el lazo entre Harrison y Shankar fue tan fuerte que, por iniciativa de ambos artistas, se llevó a cabo el “Concierto por Bangladesh”, cuyo objetivo era recaudar fondos para los refugiados de ese país que antes era conocido como Pakistán del Este.
Así que, si bien Jesús y George son hombres distantes en tiempo y espacio, algo los relaciona más allá de su aspecto físico: la búsqueda de la espiritualidad fuera de los cánones bajo los cuales crecieron. Esto se ve claramente en una de sus canciones más famosas, donde vincula el Aleluya cristiano con cantos Hare krishna y oraciones védicas, con el interés claro de llamar contra el sectarismo religioso. La canción, plena de devoción y sentimiento divinizado se llama «My Sweet Lord» (Mi Dulce Señor); te invitamos a escucharla. larga vida trascendente a George Harrison:
Me encantaron los apuntes acerca de este gran músico, por asociaciones musicales quisiera indicarles que en España tenemos a un músico llamado «Gualberto», que formó parte de un mítico y pionero grupo de rock llamado Smash, el cual ha introducido el sitar en músicas como el flamenco; quizás una de sus intervenciones más destacadas es el acompañamiento que hizo a Camarón de la Isla en su impresionante «Nana del Caballo Grande» del disco «La leyenda del Tiempo». Si gustan ahí les dejo un enlace por si quieren desgustarlo https://www.youtube.com/watch?v=TsWkOHFRZ0U
¡Muchas gracias por la recomendación! Tendríamos que preguntarnos si estos procesos de creación son aculturación o sincretismo…Esperamos animarnos a escribir algo sobre Smash. ¡Saludos y nuevamente gracias!
Saludos y gracias por responder. Es una buena pregunta que pienso debería de hacerse, en principio, respecto a un artista o proceso creador concreto y discernible. En el caso concreto del flamenco, es terreno es también amplísimo: históricamente hay mucho debate sobre esto, quizás la polémica está más entre los intelectuales (flamencólogos) que entre los propios artistas, aunque también está entre los intérpretes: los extremos oscilan entre la supuesta pureza del flamenco, y el «Flamenkito» (basado más en lo comercial y la moda). Pero, claro quién tiene la potestad para poner estas etiquetas, también creo que cuenta mucho la calidad musical del artista, la libertad y un impulso creativo serio y honesto, y las motivaciones personales de los artistas a la hora de emprender estos procesos creativos. El tema es fascinante, no se si sobre «Smash» pero quizás pueda escribir algo en torno a esta temática. Les agradezco el ofrecimiento y les felicito por su espléndida y nueva revista.