Por Elba Paniagua
Ilustraciones: Kris Paniagua
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Su nombre es Cuquito
y le hace falta un ojito.
Clavos tiene en la cadera
y chica su pata trasera.
Mamá lo encontró en la calle
asustadito y temblando.
Lo llevó a que lo curaran
y no quiso que los separaran.
Cuco asusta y da miedo
con sus colmillos y pelo negro.
Con sus orejas puntiagudas parece,
más lobo que perro.
Pero es muy tierno y es mi amigo.
A todos lados va conmigo.
Gusta mucho de los abrazos
y juntos nos quedamos dormidos.
A mamá la quiere mucho,
y la recibe con brincos.
Cada vez que fuerte ladra,
ella tranquila lo calma.
A veces le dan ataques
que lo asustan y lo alteran.
Dijo el doctor: “es leptospira,
necesita medicina”.
Mamá siempre dice
que Cuco ya está viejito,
que a veces mucho quisiera
haberlo hallado chiquito.
Yo por eso lo consiento
con su juguete favorito.
No quiero que el tiempo crea
que Cuquito está ancianito.
Cuco está esterilizado,
para evitar contagios y riesgos;
para alargar su vida un poquito
y que no sufran los cachorritos.
Cuco es muy temeroso
de motos y patinetas.
Yo lo calmo y él gustoso,
se acuesta sobre mis piernas.
No nos gusta cuando llueve,
nos dan miedo las tormentas;
pero entonces mamá viene
y nos canta cosas bellas.
Nos quedamos dormiditos
y ella nos arropa y besa;
nos dice: “a dormir mis chaparritos,
buenas noches” y se acuesta.
Cuco y yo compartimos
sin decirnos un secreto;
un acuerdo que mamá
desconoce por completo.
Algo que nos gusta mucho
y nos llena de alegría.
Cuco y yo nos turnamos
para cuidarla todo el día.
Cuco falleció el 18 de noviembre a las 16:00 horas, misma hora en que fue encontrado un día 24 de abril, rodeado de las personas que lo amaban. Con aproximadamente 13 años, Cuco sobrevivió a un atropellamiento, extirpación de ojo, operación de cadera y de testículo que no descendió, terapia para caminar, leptospira, tratamiento de 14 inyecciones, ataques de epilepsia y lo último una falla renal, que no pudo ser tratada debido a que aún no existe diálisis en México para perros. Nos acompañó tres meses más. A pesar de la expectativa de vida de meses sin volver a caminar, corrió por 8 años más, siempre con ganas de vivir, contagiando a todos los que estuvieron cerca de él sin rendirse. Con su espíritu guerrero, mi niño valiente, mi “Cuquin cochinin”, mi “ojito de amor”, rescató el lado humano de quienes lo rodeamos. Tus dos mamás te amamos y te recordaremos como un ejemplo de inspiración, voluntad y coraje.
Este poema es un homenaje a los animales adoptados que, antes de ser encontrados, padecieron los efectos de la ignorancia y la indiferencia, donde lo mejor que les pudo pasar fue haber sido maltratados para salvar nuestras vidas.
Semblanza: Elba Lillian González Paniagua es egresada en Literatura Dramática y Teatro por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sus líneas de interés e investigación son los Estudios de Género, Literatura del siglo XIX, y temas relacionados al horror y el terror. Ha escrito reseñas de cine y novela corta en publicaciones independientes, así como traducción de poesía. Tradujo textos del inglés sobre migración e inclusión en la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA). Actualmente, brinda asesorías de reseña literaria en Librería Porrúa, y ganó el Primer Lugar de Calaveritas Literarias Porrúa. Es colaboradoras de Fundación Guendabi’chi’ A. C.