Por Alain Zenizo
Oh la imagen corrupta del hombre;
fundida con fríos metales,
noche y espanto de bosques sumergidos
y el ardor del animal solitario;
quietud de las corrientes del alma.
Siete cantos a la muerte
Georg Trakl
Hablemos de la exposición Lavatio Corporis, instalada por el grupo de arte colectivo SEMEFO, enfocándose principalmente en la obra titulada Carousel Lavatio Corporis. El análisis de este tipo de exposiciones artísticas, además de ayudar a comprenderlas, también genera curiosidad respecto a la problemática del arte y la moral. Esto se cumple con algunas de estas obras y su discurso crudo y espectacular al abordar lo cruel que puede llegar a ser la realidad.
Este colectivo artístico toma sus siglas del Servicio Médico Forense, institución mexicana que tiene la función de administrar e impartir resoluciones judiciales en casos de muerte, además de participar activamente en cuestiones académicas de medicina forense. Según la página web oficial de SEMEFO “El departamento de Identificación del Instituto de Ciencias Forenses cuenta con personal especializado en antropología, dactiloscopia, odontología y fotografía médico forense. El objetivo principal es el estudio de los cadáveres que ingresan en calidad de desconocidos, para su probable identificación” (Instituto de Ciencias Forenses, 2015).
Según se lee en la página web del Museo de Arte Carrillo Gil, donde se alberga gran parte de la obra del colectivo, que (Grupo Semefo, 2015):
Teresa Margolles creó el colectivo artístico SEMEFO (siglas que provienen de Servicio Médico Forense) en 1990 junto con Arturo Angulo Gallardo, Juan Luis García Zavaleta y Carlos López Orozco. El grupo irrumpió en la escena artística mexicana trabajando con partes de cadáveres, fluidos corporales y otros materiales, principalmente orgánicos, que obtenían con o sin permiso de las morgues, aprovechándose de las debilidades del poder del estado y la corrupción administrativa. Ellos mismos describían su trabajo como «una aproximación estética, no tanto al tema de la muerte como al de los cadáveres en sus distintas fases, incluyendo sus implicaciones socioculturales (Grupo Semefo, 2015)
Al colectivo se han sumado miembros de varias disciplinas. A lo largo de los noventa, realizaron exposiciones en la república mexicana, tomando la transgresión como principal discurso, utilizando restos de animales y humanos reales para sus obras.
Para hablar del grupo SEMEFO, es menester partir de uno de sus miembros más representativos: Teresa Margolles, artista nacida en Culiacán en 1963 y que realiza obras y performances con temáticas controvertidas como la violencia, la injusticia social, la represión y el narcotráfico en México. En una entrevista de 1993 por el Instituto de Estudios Críticos, la artista contestó sobre cómo traducía su intención de expresión artística, de la acción a la instalación y/o objeto:
¡Híjole! El concepto… ¿todo tiene que ser conceptual? Me la paso tanto tiempo en la morgue que no tengo otra forma de trabajar. Entonces mi intención es siempre transformar cualquier espacio en la morgue, desde el primer performance la intención era que se sintiera la onda de la muerte, más que la muerte, el cadáver y la morgue. Cualquier objeto, instalación o performance para mí tiene que tener toda la esencia de la morgue, incluso el olor. Yo tengo unas razones básicas de por qué trabajar, pero nunca las diré, son muy personales. (de Alvarado Chaparro, 1995-2000)
Basándose en esto abiertamente, los artistas buscan confrontar cara a cara a la muerte mediante el contacto con sus obras. En 2012, el grupo publicó un libro llamado SEMEFO. 1990-1999. De la morgue al museo, donde expuso la mayor parte de su propuesta. El periódico Excélsior, en su reseña de la presentación del libro, replica palabras de la curadora Mariana David, coordinadora del catálogo:
El objetivo del libro, además de brindar una herramienta de investigación y divulgación del trabajo de un colectivo que se había convertido en un mito tanto dentro como fuera del país, pretende historiar una década de suma importancia en México. El libro ofrece una revisión de los años noventa que esperamos nos permita comprender cómo los temas tabúes y los discursos transgresores fueron teniendo cabida en los espacios oficiales y en los museos, cómo es que se institucionalizaron los discursos alternativos y cómo ingresó el arte “mexicano” actual dentro del circuito internacional. También nos interesaba explorar el tema de la representación de la muerte en este país como un arma de doble filo; así como en cierto contexto pudo funcionar como denuncia de las atrocidades que comete el poder hegemónico, en otros momentos también es apropiado por él y convertido en una fiesta nacional. Me refiero a la muerte como celebración y “riqueza de la cultura mexicana” frente a la realidad de violencia cotidiana que viven los mexicanos. Ultimadamente ambas son caras de la misma moneda. (Hernandez, 2012).
Con la publicación, el grupo da a conocer sus obras y el discurso detrás de ellas, haciendo uso de un contexto radical promotor de una experiencia estética impactante que puede considerarse grotesca. Las obras del colectivo buscan ser una crítica de la sociedad mexicana, usando la violencia y la transgresión como medios de expresión. Se realiza una afirmación importante: no solo es la confrontación del usuario con la morgue, sino también la confrontación de la cultura frente a su realidad. La cultura mexicana celebra la muerte Interpretándola de una forma coloquial: en los grabados de Posada se observan calaveras bailando; el día de muertos se colocan ofrendas para recordar a los difuntos; y en productos de cultura de masas se propone un mexicano que hace una celebración o fiesta a la muerte. En contraste con esas ideas, cuando hay un enfrentamiento directo con la muerte no hay festejos: la crudeza de la muerte, la carne y la sangre traen como consecuencia miedo y desesperación ante el vacío. Observar de cerca una obra que recuerda la mortalidad, que muestra gráficamente la sangre y propone reflexionar sobre la mortalidad propia, no es lo mismo que aquella caricatura cultural de México. Y peor aún si la muerte es resultado de la delincuencia organizada y la guerra en su contra, tal y como refleja la introducción de un trabajo dedicado a explorar la violencia y la crueldad en la obra de Teresa Margolles:
El país se encuentra aterrorizado, día con día vivimos con las noticias de innumerables actos de violencia; niños, mujeres y jóvenes asesinados, gente tirada en las carreteras, cadáveres encontrados en fosas clandestinas, cabezas que ruedan por las banquetas, gente que desaparece. Las calles se han convertido en las morgues. Periodistas, escritores, defensores de derechos humanos han sido sus rehenes, más vale guardar silencio, y mantenerse al margen; postura de una gran parte de la población. Una guerra también mediática donde se nos muestran todas las estrategias desde todas las posturas, los militares muertos, los capos aprehendidos, la presentación de cuerpos destrozados, los asesinatos en masa, y de nuevo el ejército aprehendiendo a sicarios, y luego narcomensajes, y luego, y luego, imágenes que van y vienen formando parte medular en esta problemática, y que sólo dejan ver que esta guerra posiblemente tenga un muy mal final o no lo tendrá. (Martínez y Martínez, 2011).
El grupo de arte surge como un colectivo transgresor que se centra precisamente en los temas de la violencia, el narcotráfico y la inseguridad en México. Debido a que tienen acceso a información y objetos dentro del Servicio Médico Forense, en su discurso dan a entender que los materiales para su obra son obtenidos de víctimas mortales verídicas.
Entre las tantas maneras en que el grupo de arte SEMEFO trata la violencia y la muerte, destaca la propia de la exhibición Lavatio Corporis, llevada a cabo en el año de 1994 y presentada en el Museo de Arte Carrillo Gil. La obra titulada Carousel Lavatio Corporis tiene la forma de un carrusel de caballos como los juegos mecánicos de feria. En lo alto tiene un techo con forma de carpa parecida a la de un circo, y en la parte inferior un círculo de metal tiene unos clavos con las puntas hacia arriba. Cinco tubos de acero unen a estas dos estructuras por la parte central, y de la parte superior caen unas cadenas de las cuales cuelgan cinco potrillos embalsamados sostenidos con otras piezas metálicas.
Quizás la más citada de la exposición, esta pieza está pensada para impactar al espectador, expresando la contradicción y la dualidad entre la vida y la muerte. Evoca a la infancia en el sentido de representar un juego mecánico y en el hecho de que los caballos sean apenas potrillos. Al mismo tiempo evidencia el manejo de lo grotesco en el discurso del grupo de arte: no es un carrusel colorido. Su propuesta estética no es la belleza, sino lo grotesco, ser un fuerte choque para quien la mire. Según Lorena Wolffer esta muestra constituyó un cambio drástico en el escenario del arte contemporáneo y, más que un aparente desenfado en la violencia representada, la obra se fundamenta en otros intereses (Wolffer, 2015). En su artículo esta autora hace referencia directa a hoja de sala de la muestra Lavatio Corporis:
A pesar de lo que en un primer momento se pueda percibir o creer, la materia prima de Semefo no es la violencia fantástica del cine gore (lo grotesco llevado al campo de lo ridículo), de los comics o los dibujos animados de últimas fechas, Semefo utiliza elementos que han sido violentados de manera cotidiana, casi imperceptible, pero siempre presente. (Wolffer, 2015).
Haciendo explícito el título de la pieza, que refiere al lavado de los cadáveres durante su preparación fúnebre, se encuentra un video en la cuenta de YouTube de Juan Zabaleta, miembro del grupo SEMEFO. En este audiovisual se muestra gráficamente la preparación de la exposición Lavatio Corporis, a modo de documental, donde se observa el manejo de los cadáveres de los caballos, el tratamiento que se les da para realizar las obras y algunos detalles más de la exposición[1].
Lavatio Corporis ha sido una de las exposiciones que mayor atención a nivel nacional ha recibido, siendo que ese tipo de obra no se había expuesto tan gráficamente en México, destacando el hecho de ser mexicano el propio grupo artístico.
Al abordar las repercusiones de esta obra y la respuesta de la crítica, Amy Carroll ofrece una nueva postura para el análisis acorde con las propias de la agrupación:
Numerosos críticos de arte han comentado sobre el despliegue de SEMEFO de una «fascinación mexicana con el día de muertos.» Muchos han citado esqueletos de José Guadalupe Posada y usos de la cultura popular del esqueleto/cadáver como influencias sobre el grupo. Más comentaristas «sofisticados» han hecho conexiones entre proyectos SEMEFO y proyectos del accionismo vienés donde usan cadáveres de animales en sus performances. Aunque haciendo un gesto hacia la verosimilitud de estas interpretaciones, Teresa Margolles, uno de los fundadores del grupo, prefiere atribuir influencias del Semefo a otros precursores: estremecimiento, catarsis aristotélica o visiones de Bataille sobre el exceso. (Carroll, 2000).
La autora hace comparaciones directas con otros trabajos como el de José María Posada o las visiones de George Bataille. Con Posada, la comparación es sobre el uso de las calaveras para el discurso que él proponía. El grupo SEMEFO utiliza esqueletos y cráneos humanos que forman “calaveras” para su propio argumento.
Otra mención es la fascinación por el Día de Muertos, específicamente en México. Desde la antigüedad la muerte ha protagonizado una de las más grandes festividades y cultos de los que se tenga información. El arte realizado en Lavatio Corporis tiene una visión de ese culto, llevando la idea de la muerte hasta un extremo que no es usual observar. Las obras presentadas por SEMEFO sumergen al espectador en el terror y la carnalidad; son recordatorios de la mortalidad mediante la descomposición y rastros del cuerpo, como un espejo en el que el observador se enfrenta a sí mismo.
Debido a esta manera de mostrar la muerte, impactante, carnal y descarnada; el grupo y sus obras no permiten ser ignoradas, y son constantemente objeto de críticas. Como ejemplo tenemos el artículo Reiterar la violencia, donde María Campiglia afirma sobre este colectivo artístico:
Y si bien se trata de un trabajo que evidentemente resulta problemático (no sólo por las temáticas que aborda y los materiales que utiliza, sino porque plantea una serie de interrogantes de carácter ético), pareciera ser fácilmente asimilado por los circuitos de producción y consumo artístico. Sin embargo su trabajo no parece producir en el espectador otra cosa que no sea parálisis y miedo; no motiva a la acción sino que insiste en la impotencia. Dista también mucho de incentivar cualquier clase de sentimiento empático con los grupos más vulnerables, pues opera a partir de la reproducción de la lógica que pareciera querer despojarlos de su condición humana. (Campiglia, 2014).
Las obras de SEMEFO pueden parecer sencillas en el sentido de que fácilmente causan un estremecimiento en el espectador. Por otro lado, los autores pretenden en su discurso ser críticos hacia el sistema mexicano y su violencia desde un acercamiento tan íntimo a ella. El quehacer del colectivo es motivo de reflexión y cuestionamiento a diferentes niveles: ¿está bien o mal que se exponga? ¿sus obras solo son de fácil impacto? ¿son amarillistas? Por otra parte, sus obras y su discurso han sido acusados de falsedad: ¿realmente lo único que tiene México para hablar y exportar, en el sentido artístico, son las situaciones de violencia?
El arte históricamente se ha enfrentado a los dilemas morales, al mercado y al cambio mismo de las cualidades estéticas dominantes. En el caso de SEMEFO si las obras son o no reales, no importa, sino lo que proponen: un discurso transgresor que hace uso del morbo para hacer su denuncia y también, al mismo tiempo, su venta. Como pasa con la obra del carrusel con caballitos muertos, hay diferentes matices de entendimiento hacia sus exposiciones. Se enfrenta la hipocresía de vender de manera sencilla e impactante un producto como arte, y al mismo tiempo se propone una reflexión hacia el miedo y la muerte vista cara a cara.
[1] El video se puede ver en la siguiente dirección electrónica: https://www.youtube.com/watch?v=Cd-k3dO7DMg
Bibliografía
Barrios, J. (2005). Semefo, una lírica de la descomposición. Fractal nº 36, enero-marzo, año IX, volumen X, págs. 41-64.
Campiglia, M. (2014) Teresa Margolles. Reiterar la Violencia. Barcelona: Research, Art, Creation.
Carroll, A. (2000). LA VIDA DEL CADÁVER: LA ÉTICA-ESTÉTICA. Durham: Literature Program.
De Alvarado Chaparro, D. M. (1995-2000). Semefo. Entrevista con Teresa Margolles, Arturo Angulo y Carlos López. Diecisiete, 357-384. Obtenido de https://journals.17edu.org/
Grupo Semefo. (2015). Obtenido de Museo de Arte Carrillo Gil: http://www.museodeartecarrillogil.com/coleccion/artistas-de-la-coleccion/grupo-semefo
Hernández, E. (18 de julio de 2012). Abyección, empuje del arte mexicano. Excélsior, pág. 0. Obtenido de https://www.excelsior.com.mx/node/848370
Instituto de Ciencias Forenses. (2015). Obtenido de Servicio Médico Forense: hyyp://www.semefo.gob.mx/swb/
Martínez y Martínez, G. (2011) de la violencia a la cruel espectralidad en la obra de Teresa Margolles. Querétaro: Maestría. Universidad Autónoma de Querétaro. En: http://ri.uaq.mx/xmlui/bitstream/handle/123456789/2129/RI001289.PDF?sequence=1&isAllowed=y [Revisada en octubre de 2019].
Wolffer, L. (2015) Construyendo mitos: El performance en México. Nexos. [online] (372). En: https://www.nexos.com.mx/?p=11444 [Revisada octubre de 2019].
Semblanza: Alain Zenizo Carrasco es licenciado en Arte y Gestión Cultural por la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA). Ha presentado ponencias en Aguascalientes, Monterrey, CDMX y Buenos Aires, Argentina. Ha sido tallerista y conferencista en la UAA. Trabajó en la organización y museografía de la exposición y coloquio estudiantil en Aguascalientes. Actualmente, también es colaborador de Fundación Guendabi'chi' A. C.