Por Teresa Cortés y Verónica Aguilar
Con la emoción e interés que compartimos presentamos un tema que, si bien es generalmente desconocido, convivimos a diario con sus repercusiones. Nos referimos al nacionalismo musical mexicano.
En el mes de septiembre, es común encontrarnos con anuncios y frases en nuestra vida cotidiana que aluden al concepto de “lo nacional”. Lo escuchamos tan a menudo que pocas veces nos detenemos a pensar en lo que significa. El diccionario de la lengua española define “nacional” como lo perteneciente o relativo a la nación; lo cual implica un problema mayor: ¿qué es la nación? ¿qué elementos la componen? Partiendo de que constituye una entidad jurídica y política regida por un mismo gobierno, se deriva el término “nacionalismo”.
Así que comencemos explicando, a grandes rasgos, qué es el nacionalismo. De acuerdo con Sabucedo y Fernández, el nacionalismo es un fenómeno político que ha tenido bastante importancia desde hace dos siglos. Es en esta corriente en la que se han formado, según los autores, los estados-nación, y también ha impulsado la creación de las naciones-estado; que son comunidades que se perciben a sí mismas como nación. Sin embargo, existen también críticas hacia el nacionalismo. Ciertos autores concluyen que el resultado de éste ha sido la guerra, la violencia, la discriminación, etc.; debido a sus nexos con ideologías y actitudes ultraconservadoras y de rechazo hacia los grupos que no pertenecen a su estado-nación (Sabucedo y Fernández, 1998, pág. 8). Tomando en cuenta esto nos preguntamos, ¿cómo es que se ha expresado el nacionalismo en la música?
De acuerdo con Jorge Velazco (1998) el nacionalismo musical tiene el objetivo de mostrar la filiación y el sentimiento que el autor percibe como nacionalista en la composición de su obra. En este sentido, el músico compositor crea música nacional, la cual representa los sonidos de su nación de acuerdo a los instrumentos, melodías, ritmos, géneros musicales y antecedentes que tenga el país de origen del compositor. Pero para su desarrollo en México es fundamental mencionar que la composición de música nacionalista es relativamente nueva.
El primer personaje interesado en la necesidad crear una música nacional mexicana fue Mariano de Elizaga (1786-1842), quien desde temprano consideraba “como eje de los problemas profesionales mexicanos a la débil base pedagógica que impide una floración del talento en México” (Velazco, 1998, pág. 68). Algunos compositores que, al igual que Elizaga, vieron la necesidad de incluir ritmos mexicanos en composiciones tempranas fueron José Antonio Gómez, Tomás León, Joaquín Beristáin, Cenobio Paniagua, Luis Baca y Melesio Morales. Sin embargo, diversos autores coinciden en que a partir de Aniceto Ortega (1825-1910) la estructura musical se vio afectada debido a que, aunque se empleaban elementos musicales propios de México, se hacía con estructuras puramente italianas; es decir, seguían utilizando modelos de la música que actualmente llamaríamos académica, clásica o de cámara. Esto, de acuerdo con Velazco, originó reticencia y discriminación hacia los modelos musicales netamente mexicanos, orillando a la próxima y más famosa generación de compositores nacionalistas de México a tomar cartas en el asunto. Por ejemplo, Ricardo Castro (1864-1907) decidió usar estos elementos mexicanos antes mencionados, pero con la diferencia de usar estructuras musicales de Francia, Rusia y Alemania, en lugar de las italianas. Julián Carrillo (1875-1965) con su Suite Los Naranjos y su famosa investigación del Sonido 13, junto con Manuel María Ponce (1882-1948) y sus famosas piezas Intermezzo para piano, Estrellita para voz y piano y sus composiciones para guitarra, lograron plasmar de la manera más exquisita el nacionalismo musical mexicano (Velazco, 1998, pág. 68).
Fue hacia la segunda década del siglo XX cuando, después del gran periodo de guerras y conflictos políticos que significó el siglo anterior, se buscó definir claramente “lo nacional” en muchos ámbitos socio-culturales (Corpas, M. A., 2011). Anterior a eso, la
revolución había concluido y era necesario configurar el país en re-nacimiento y los elementos que lo componían.
Los programas políticos y educativos buscaban unificar al país, a fin de promover la unidad nacional. José Vasconcelos, secretario de educación pública, propuso la construcción de un discurso a través de símbolos, para que todos los habitantes de México pudieran conocer su historia. Estos símbolos debían ser expresados por un medio diferente a la escritura, ya que más de la mitad de los habitantes del país no sabía leer ni escribir. Fue así como surgieron programas artísticos para promover las artes, como la pintura muralista y la música nacionalista.
En 1921, el mismo secretario de educación pública encargó al joven compositor Carlos Chávez (1899-1978, fig. 1) una pieza musical que posteriormente se titularía El Fuego Nuevo, y que estaría inspirada en la leyenda mexica del Quinto Sol. Esta pieza reunía en una sola obra elementos sonoros clasificados como indígenas y, aunque en general el nacionalismo musical mexicano está influenciado por la música prehispánica, es imposible determinar cómo ésta sonaba. Así, este periodo tiene también la influencia de la música traída por los españoles, los africanos y la combinación o mestizaje de estas
dos culturas con la cultura musical prehispánica. Lo anterior fue un fenómeno nuevo, porque hasta el momento la música de cámara predominaba, así como la influencia directa del estilo francés y los valses en los grandes salones, gusto que permaneció durante todo el porfiriato.
Con Carlos Chávez el nacionalismo musical mexicano comenzó a cobrar forma, gracias a ciertas circunstancias que a esto conllevaron. El compositor contaba con la ayuda de los políticos que controlaban la educación y la cultura. Logró mantener un buen puesto en la política, lo que ayudó a que la música oficial del gobierno fuera la que él interpretaba o la que consideraba verdaderamente nacionalista. Fue Chávez quien “se apropió de la música de los indios mexicanos”. Él mismo se autodenominaba nacionalista, y esto, aunado a su puesto político, lo llevó a crear en 1947 el Instituto Nacional de Bellas Artes, así como la Orquesta Sinfónica de México, antecedente directo de la actual Orquesta Sinfónica Nacional (INBAL, 2019). También fundó departamentos y comisiones que se encargaran de difundir la cultura y las artes. A pesar de sus filiaciones nacionalistas y de su apoyo al pueblo mexicano, Chávez vivía en un lujoso departamento que se encontraba en el Central Park de Nueva York (Velazco, 1998, pág. 73). Entre sus obras más representativas se encuentran: El Fuego Nuevo, Los cuatro soles, Chapultepec, Obertura republicana, Sinfonía India, etc., de las cuales ésta última es, sin duda, la más conocida.
Cabe resaltar que Chávez tenía una concepción particular sobre el arte: el “arte útil”. La música al igual que las demás disciplinas debía ser utilizada para un propósito eficaz y pragmático (Estrada, 2009-2010). Fue por ello que la idea de una música que expresara el nacionalismo le parecía idónea, ya que por medio de estos elementos se podría unificar al país, al mismo tiempo que se le enseñaba su pasado histórico, el cual era combinado con la modernidad dentro de la composición.
A Chávez no le parecía adecuado que los autores mexicanos copiaran las formas que estaban de moda en Europa, pues pensaba que la música mexicana debía ser única y no un remedo de lo ya establecido. Esto lo podemos constatar en su propio repertorio, ya que fue un autor que se esforzó por no repetir pasajes musicales de sus propias obras; es decir, no tenía un estilo característico, como se puede observar en otros autores, sino que trataba de que todas sus piezas fueran diferentes. Eso era lo verdaderamente característico en su corpus musical.
Dada su posición dentro de la academia, Carlos Chávez contaba con la autoridad institucional para dirigir sin reservas sus críticas a los autores contemporáneos. Era el músico quien decidía lo que era o no era nacionalista. Un grupo de compositores que sí concordaban con lo que él consideraba nacionalista fueron bien recibidos y apoyados en
su carrera; y si a Chávez no le “gustaban” por su manera diferente de pensar, eran y aún son olvidados por la historia musical de México. Esto le trajo problemas con ciertos autores quienes afirmaban que Chávez tenía preferidos, y que eran sobre todo los alumnos de las dos generaciones que había formado en el Conservatorio; la primera (de 1936–1942) conformada por Daniel Ayala, Blas Galindo, José Pablo Moncayo y Salvador Contreras; y la segunda, por Héctor Quintanar, Mario Lavista, Humberto Hernández Medrano, Eduardo Mata y Francisco Núñez Montes.
Aun así, los aportes institucionales de Chávez son de los más importantes en el ámbito general artístico de México, no sólo en el musical. Y es innegable que las piezas y obras musicales aquí citadas fueron, son y seguirán siendo parte importante del repertorio que represente a nuestro país ante las salas de concierto del mundo entero. A pesar del polémico contexto social y político que dio surgimiento a estas piezas, es importante mencionar que son obras magníficas en cuanto a musicalidad, pues hasta la persona que no sea melómana podrá disfrutar y sentirse orgulloso de este legado musical que nos han dejado.
Entre otros de los compositores más representativos del nacionalismo musical mexicano figura Silvestre Revueltas (1899-1940), quien no sólo copiaba y pegaba melodías de la música mexicana ya existentes, sino que demostró originalidad en sus composiciones,
tales como Janitzio y La Noche de los Mayas. Otro fue José Pablo Moncayo, con su Huapango de Moncayo, considerado como un segundo Himno Nacional Mexicano, al punto de haber opacado las demás obras del autor. También tenemos a Blas Galindo con sus Sones de mariachi y autores como Daniel Ayala, Salvador Contreras y Candelario Huízar. Es natural que algunos de estos nombres nos suenen conocidos, ya que hay piezas de estos músicos que son bastante famosas; y es que eso es lo que se pretendía: crear un imaginario que contuviera la mexicanidad en la música. A partir de todo lo anterior sería pertinente preguntarnos ¿qué es lo que ha permanecido de la música nacionalista?
Como se había señalado con anterioridad este nacionalismo estuvo marcado por la mezcla instrumental, melódica y rítmica de la música mexicana con la estructura de la música de cámara europea. Así, podemos encontrar diversas piezas musicales con instrumentos mexicanos como el huehuetl y el teponaztli junto con dotación instrumental europea, tales como las familias de cuerda frotada y alientos metales. Esto nos deja ver que este nacionalismo estuvo tremendamente marcado por una alabanza a lo europeo, a lo que se consideraba ‘lo fino’, ‘lo recatado’, y que podía ser mezclado con ‘lo indio’. Pero jamás se buscó nacionalizar lo puramente mexicano. Incluso, considerar mexicano el pasado musical indígena, de cuya sonoridad no se tenía cabal idea, resultó en que este nacionalismo fuera una invención musical, dotada de instrumentos prehispánicos y músicas plenamente europeas.
Al presente quedan las piezas, no puede faltar un programa mexicano en la sala de música que no incluya algunas de las ya mencionadas. Lo que perdura es la influencia de toda esta generación de músicos formada por Carlos Chávez, tanto su inclusión en los programas de música mexicana, como la creación de más música. Por mencionar sólo un ejemplo se encuentra la agrupación Aleph Dúo, cuyos miembros están interesados en preservar los ritmos heredados por los compositores anteriormente citados. Recientemente han publicado su primer disco, titulado Sobre México, en el cual combinan canciones mexicanas con influencias de autores nacionalistas.
Así, cuando se encuentre en un concierto de música mexicana, podrá recordar que fue gracias a un plan de consolidación nacional que contamos con estos sonidos y que, dado a su óptimo resultado, al escuchar las piezas podemos conmovernos hasta las lágrimas y sentirnos orgullosos de ser mexicanos.
Bibliografía
INBAL. (13 de junio de 2019). El INBAL conmemora el 120 aniversario de Carlos Chávez, su fundador y primer director, con actividades todo el año. Boletín N° 878. INBAL, Secretaria de Cultura. Recuperado el 9 de septiembre de 2019 de https://www.inba.gob.mx/prensa/12422/el-inbal-conmemora-el-120-aniversario-de-carlos-ch-aacutevez-su-fundador-y-primer-director-con-actividades-todo-el-a-ntildeo
Sabucedo J.M., y Fernández C. (19-07-1998). “Nacionalismos e ideología, un análisis psicosocial”. Psicología Política, N. 17, 7-19.
Jorge Velazco. (1998). “El nacionalismo musical mexicano.” Cuadernos de música iberoamericana, volumen 6, 65-78.
Estrada, J. (2009-2010). Carlos Chávez: –“¿quiénes son los otros…?”. Perspectiva, número doble: 3-4, 7-32, del sitio web: https://bit.ly/2kBMQhd
Corpas Aguirre, M. (12 de enero de 2011.). México 1810–2010. Identidad y construcción nacional a través de la laicidad. Scielo. Recuperado el 5 de septiembre de 2019 de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-28722011000100004
Semblanzas: Teresa Cortés Villa es estudiante de la licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha participado en los coloquios organizados por el Seminario Permanente de Historia de Música en México de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Actualmente forma parte del equipo de Redacción Digital QUIXE. Verónica Alejandra Aguilar estudió el propedéutico en Instrumentista en Contrabajo en la Facultad de Música de la UNAM. Cursó el diplomado en Investigación Musical del Instituto Nacional de Bellas Artes y actualmente es estudiante de la licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras, también de la UNAM. Forma parte del equipo de Redacción Digital QUIXE.
Muy bueno, esperemos que no se pierda esta herencia musical en las generaciones siguientes.
Es interesante continuar la reflexión sobre el nacionalismo mexicano en todas las esferas culturales.
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