Los Boneteros: rostros en madera

Héctor Quintanar Pérez

Universidad Veracruzana

Muy propio del proceso sincrético entre las comunidades de origen indígena actual, africano y mestizo en territorio mexicano, es dedicar algunos días de descanso y por las calles el pueblo se desborda en un festival de alegría, de celebración y de identidad. El Carnaval, es una de éstas festividades que identifican a distintas poblaciones del Estado de Veracruz. Viajemos a Tuzamapan, Veracruz, México y conozcamos a “Los Boneteros”.

Hasta el día de hoy, la herencia festiva sigue presente en las comunidades del Centro de Veracruz. Aquí persiste la tradición carnavalesca y los habitantes son orgullosos portadores de una herencia ancestral que brinda de singularidad a sus habitantes.

En los siguientes párrafos, hago un homenaje al devenir de estos pueblos, retratando a los personajes carnavalescos de tres poblaciones distintas que se unen a través del Carnaval tuzamapeño, siendo sin duda, referentes regionales de la preservación de esta costumbre.

De tradición agrícola, el pueblo de Tuzamapan tuvo sus mejores glorias económicas entre los siglos XIX y XX , por ser uno de los bastiones de producción cañera de la región. Surtió durante años de productos derivados de la caña, como el azúcar, la panela y alcohol, a la capital del Estado y a grandes ciudades vecinas, integrando su población en una diversa muestra de distintos procesos culturales. Resultado de ello, quizá el origen a su más grande y colorida tradición: el Carnaval. Aquí “El Bonetero” baila canciones populares ante la alegría de propios y extraños.

En la imagen de “El Bonetero”, podemos detenernos a observar cómo los procesos históricos por los que la población ha vivido se ven creados y reflejados en una imagen que nos puede ayudar al entendimiento de la identidad tuzamapeña.

En sus atavíos y elementos, el personaje porta herramientas propias de las tareas hacenderas y ganaderas, tales como: espuelas, botas vaqueras y una larga moruna de madera, que nos remite al pasado hacendado y al presente, incluso. Lo anterior es aún visible, la corta de caña es una de las principales actividades económicas de la región. Uno de los elementos más llamativos resulta ser el bonete. 

Este es una especie de sombrero al que se adecuan grandes flores de papel, del cual destaca una gran máscara de madera. La máscara posee diseños hechos a memoria, dicho sea de paso, por los pocos artesanos que aún se dedican a la labor de trabajar a mano dicho elemento.

Don Pedro Sol, es uno de ellos. Uno de los últimos forjadores de los rostros de madera que engalanan este particular carnaval tuzamapeño. En su memoria y en sus manos reposa el oficio, casi extinto, del mascarero. A últimas fechas, la actividad se ha visto profundamente mermada por las nuevas formas de hacer máscaras. Ahora se manufacturan con materiales de plástico, que suelen llamar más la atención del público joven al ser económico y fácil de adquirir.

En sus palabras Don Pedro Sol comentaba, que él mira con tristeza cómo va desapareciendo su oficio. Ninguno de sus hijos estuvo interesado en aprender a labrar con madera del tronco del árbol de gasparito, los rostros que le sonríen a la tradición carnavalesca.

El Carnaval de Tuzamapan, Veracruz en conclusión, nos remite a la sincretización de costumbres, tradiciones y festividades de la cultura indígena local, europea y la población africana que llegó a la región desde el siglo XVI a trabajar. Por ello, “Los Boneteros” danzan por las calles portando orgullosos máscaras, flores de papel en el tocado e indumentaria con el cual se identifica la tradición de un pueblo, así como la herencia misma de los procesos históricos que conformaron Tuzamapan hasta lo que es hoy en día.

Héctor Adolfo Quintanar Pérez

Defeño nacido y criado en Iztapalapa en los años 90’s. Arqueólogo, Fotógrafo documental y profesor de secu, prepa y universidad.

Te recomendamos leer: «Yanhuitlán. Magia y tradición en la llanura»