Su dueño, Abraham Martínez Marthel, cruzó la frontera hacia Estados Unidos en busca de un futuro mejor.
La comida oaxaqueña es deliciosa por donde la vean. Y aunque cada región y pueblo tiene sus particularidades y platillos especiales, a todos los une su inigualable sabor y el amor con el que se preparan. Este es uno de esos casos que trasciende fronteras, pues un grupo de emprendedores oaxaqueños, provenientes de la nación triqui, celebran exitosos la buena recepción de su restaurante en Alaska. Esta es su historia.
Exitosos emprendedores llevan platillos oaxaqueños hasta Alaska
Hace ya nueve años que Abraham Martínez Marthel cruzó la frontera hacia Estados Unidos, como muchos de sus paisanos, en busca de un futuro mejor. Tres años después se le unió su hermana Rosi, con la misma esperanza y el corazón lleno de nostalgia por dejar a su familia y la tierra que la vio nacer. Pero ninguno de lo dos se imaginó tener un negocio en el extranjero, debido a la situación ilegal en la que se encontraban.
“Salsa Oaxaqueña” es el nombre del restaurante, propiedad de los hermanos Martínez Marthel, que desde el pasado mes de julio se encuentra en servicio en la ciudad de Anchorage, en Alaska. La idea surgió cuando estos exitosos emprendedores oaxaqueños, originarios de Guadalupe Tilapa en Santiago Juxtlahuaca, se decidieron a compartir la riqueza culinaria de su tierra con los vecinos de su residencia actual, ubicada al sur de la provincia estadounidense.
Todo el sabor de Oaxaca para el mundo
Salsa Oaxaqueña sirve como un escaparate para la promoción de la comida típica, especialmente de la nación triqui, pero también de algunas delicias que se consumen en gran parte de México. Según el mismo Abraham Martínez, la especialidad de la casa es la salsa de molcajete, o machacada triqui, pues en Alaska no hay alimento o platillo que se le parezca, ni iguale en sabor. Además, los comensales tienen la oportunidad de deleitarse con tortillas hechas a mano, mole con pollo y arroz y productos traídos directamente desde Oaxaca, como café, chapulines y pan, que también pueden llevar consigo para disfrutarlos en la comodidad de su casa.
Pero no ha sido tarea fácil, pues Abraham Martínez cuenta las peripecias que tuvieron que atravesar para llegar hasta donde están ahora. En un principio para cruzar al otro lado con total incertidumbre, luego para conseguir la residencia de trabajo y finalmente para obtener los medios necesarios y hacer su sueño realidad. Comparte que no deja de añorar el volver a ver a su madre que vive en Oaxaca con algunos de sus hermanos.
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