Por Verónica Aguilar
Como muchos de ustedes sabrán, el Himno Nacional Mexicano fue escrito por Francisco González Bocanegra y compuesto por Jaime Nunó. Sin embargo, ¿alguna vez se han preguntado cómo logró convertirse en nuestro Himno? ¿Quién decidió que dicha pieza nos representase en todo el mundo? ¿Desde cuándo lo cantamos todos los lunes en la escuela primaria? En las siguientes líneas, te presentamos la historia del concurso en el que se eligió nuestro himno, así como sus antecedentes, los concursantes que participaron y su desenlace. En las próximas fiestas patrias, podrás compartir los datos que te proporcionamos en este artículo, el cual se publica en el marco del 165 Aniversario del Himno Nacional.
Santa Anna y Jaime Nunó: una relación entrañable
Después de las invasiones de Estados Unidos y Francia, sucesos que, por cierto, fracturaron la identidad mexicana, Antonio López de Santa Anna vivió en el exilio en Cuba. Durante su estancia en La Habana, conoció a Jaime Nunó, (Figura 1) con el cual entabló una gran amistad. De acuerdo con Juan Cid y Mulet: “puede decirse sin género de duda, que de esta amistad nace el Himno Nacional de México” (1974, pág. 34). Al regresar Santa Anna a México, le ofreció ser el Director General de Bandas del Ejército Mexicano, oferta que aceptó. A un mes del encuentro, Nunó ya estaba dando conciertos (Romero, 1961, pág. 79).
Por su origen español, varios músicos no estuvieron de acuerdo con que Jaime Nunó ocupara aquel puesto tan importante. Entre sus críticas, resaltaban que su sueldo rebasaba el de coroneles y oficiales. Así, en el periódico El Siglo XIX, vecinos publicaron una invitación a José María y Luis Pérez de León, dos músicos mexicanos, para competir contra Nunó por la plaza que él ya tenía mediante la composición de una pieza para orquesta militar. Quien diera el veredicto final sería un jurado especializado y el público mismo. Los compositores anunciaron que participarían siempre y cuando Nunó aceptara competir (Romero, 1961, págs. 80-82). Veamos a continuación cómo surgió, entonces, el concurso del Himno nacional.
El concurso del himno y el favoritismo hacia Nunó
El 12 de noviembre de 1853, el Supremo Gobierno publicó la convocatoria para la elección del Himno Nacional. La primera fase consistía el dictamen de la letra, a cargo de una Junta de Literatos; el envío debía ser anónimo, pero en un pliego cerrado con un epígrafe en el que se constatara el nombre del autor, abriéndose solo el del ganador y quemando el resto. La segunda fase invitaba a músicos y profesores de arte para enviar su propuesta musical, al menos, un mes después de la publicación de la letra ganadora. Al igual que en la primera fase, los concursantes debían enviar sus composiciones anónimamente y en el formato antes descrito. Cada concursante ganador recibiría un premio (Beltrán, 1939, pág. 38).
Para la letra, participaron los escritores José María Esteva, José María Monroy, Félix Romero, Félix María Escalante, Francisco Villalobos y José Rivera y Río, literatos muy conocidos en la época. No obstante, el ganador fue el ya conocido Bocanegra, (Figura 2) cuyo triunfo fue publicado el 5 de febrero de 1854.
Algo curioso sucedió al día siguiente: se expidió a Jaime Nunó su destitución como director de Bandas. Para restituir ese sueldo, Santa Anna quiso asignarle un puesto como director de un futuro Conservatorio Nacional de Música, Declamación y Baile; para ello, abrió una convocatoria. Romero dice que el 2 de mayo, el Diario Oficial dio a conocer a Juan Bottesini[1], Antonio Barilli y Tomás León como jurados de dicho concurso (Romero, 1961, pág. 84). El ganador fue el músico Antonio Gómez; sin embargo, al día siguiente, El siglo XIX anunció que la noticia era falsa y, el 27 de mayo, publicó que Nunó y Gómez habían empatado, declarando a ambos como merecedores de la plaza. Santa Anna no estuvo conforme con ello, así que canceló la convocatoria.
[1] Juan Bottesini, fue y aún es considerado el mejor contrabajista de la historia. Fue escogido por Giuseppe Verdi para dirigir el estreno de su Aida en el Teatro del Cairo; también es el autor de un método para Contrabajo que aún se usa en las universidades de Música en México y el mundo, así como compositor de diversos conciertos para contrabajo.
Recordemos que aún faltaba el dictamen de la música para el Himno. En esa fase, participaron Bottesini, Juan Manuel Cambeses, Joaquín Luna, Román Canchola, Manuel Cataño, Ángel Mier y Rul, José María Pérez de León, Luis Pérez de León, M. Luzuriaga, Manuel Villagómez, José de la Luz Báez y Luis Barragán (Beltrán, 1939, pág. 43).
Las propuestas de Bottesini de un tal “Nicolao”[1] no fueron del agrado de Santa Anna; inconforme con todo lo que había pasado, hizo participar a Nunó en el concurso del Himno (Romero, 1961, pág. 91). Jaime sabía que no era bien recibido en el círculo musical mexicano, y que los jurados podrían reconocer su grafía musical. Así que, auxiliado de sus privilegios, logró saber anticipadamente que el Jurado Calificador estaría representado por José Antonio Gómez como presidente, Tomás León y Agustín Balderas como vocales. Para pasar desapercibido, primero decidió que su composición debía ser copiada por el guitarrista Narciso Bassols; luego, no escribió ninguna contraseña en el exterior de la plica, sino únicamente el lema “Dios y Libertad” -usado oficialmente por el gobierno-, así como las iniciales de su nombre y, finalmente, no entregó su pieza al Ministerio de Fomento, como lo pedía la convocatoria, sino que la mandó al Ministerio de Guerra en manos de Bassols, para que llegara al Fomento y nadie supiera quién había sido el remitente. Romero afirma que el exterior también tenía el número 10 porque era la orden de recepción (1961, pág. 92).
El 14 de agosto, se dio a conocer el resultado del concurso, pero el epígrafe de la pieza “Dios y Libertad” no tenía un nombre escrito, salvo el número 10 y las iniciales “J. N.” –¿quién sería? La Secretaría correspondiente solicitó la presencia del compositor para comprobar su autoría (Figura 3).
Al comprobarse la identidad de Nunó, se publicó en el Diario Oficial, a nombre del presidente S. A. S. -Santa Anna-, que este sería el autor musical del Himno Nacional (Beltrán, 1939, pág. 45). Como la pieza se instrumentó solo con piano, mandaron orquestarla. Santa Anna hizo notar su admiración por la obra de Nunó, adulándolo y citándole para recibir su premio, algo que no sucedió con Bocanegra, pues Santa Anna reclamaba que no se le mencionara.
Por disposición oficial, en el mes de septiembre de 1854, las fiestas patrias se celebraron los días 11 –día del triunfo en Tampico por Santa Anna contra Barradas., 15 y 16 –por el inicio de la Independencia- y 27 -por la entrada de Iturbide a la capital de la República-. Los conciertos eran vitales para estas fiestas, los cuales tenían lugar en el Teatro Santa Anna. Ahí, se estrenó el Himno Nacional; durante dichas fiestas, se orquestaron composiciones de tres participantes del concurso para evidenciar el entusiasmo que estos himnos causarían. Así, el 11 interpretaron el de Bottesini, el 15 el de Jaime Nunó y el 27 el de Barragán, todos con la letra de Bocanegra. Beltrán relata que el de Nunó causó mayor furor en el público. Sin embargo, el día del estreno Santa Anna no pudo asistir, pues no se sentía bien de salud. Así que su estreno oficial fue el 16 de septiembre de 1854 (1939, pág. 50).
El programa del 15 de septiembre tuvo algunos cambios. Se había acordado que el Himno de Bocanegra y Nunó sería el primero, pero pasaron para más tarde. Fue cantado por la soprano Claudia Fiorentini, la contralto Carolina Vietti, las comprimarias Sidonia Costini, Isael Zanini y la señora Ciocca; el tenor Lorenzo Salvi, el barítono Federico Benaventano, el bajo Ignacio Marini y Heliodoro Spechi, así como los comprimarios Robere, Jiménez y Díaz. La orquesta fue dirigida por Juan Bottesini. En el programa del 16 también hubo cambios por la asistencia de Santa Anna, a quien se le recibió con el Himno Nacional de Bocanegra y Nunó, despidiéndosele con la Marcha de Herz. En este día, los solistas fueron la soprano Steffenone y el tenor Lorenzo Salvi (Romero, 1961, págs. 95-96, 101).
Una vez más, el 27 de septiembre se iba a interpretar el Himno en el Teatro Nacional (Figura 4), con la solista Enriqueta Sontag (Romero, 1961, pág. 115), una de las más famosas e importantes voces del XIX porque fue solista en el estreno de la 9ª Sinfonía de Beethoven. No obstante, después de unas funciones previas en México, presentó síntomas del cólera, por lo que no pudo interpretar el Himno. Después de seis días, falleció en nuestro país.
Pese a lo relatado por el Siglo XIX, muchas personas no aceptaban este Himno porque decían que era un “himno santa-annista” más, destinado a su adulación. Entonces, ¿cómo fue que perduró esta pieza a pesar de su rechazo? A continuación, un poco de información sobre ello.
El Himno que nos representa ante el mundo
Durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho, el 20 de octubre de 1942 la Secretaría de Educación Pública (SEP) decretó como oficial el Himno Nacional, fijando que este debía ser cantado en todas las escuelas de la República Mexicana (Romero, 1961, pág. 203). Recordemos que este es el contexto del nacionalismo mexicano, con el que se buscaba la reivindicación de “lo mexicano”. Este cobró vida mediante el muralismo mexicano con los pinceles principales de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, entre otros; y en la música con Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, Manuel M. Ponce, por mencionar algunos. Naturalmente, este decreto tuvo la intención de promover dicho nacionalismo y de otorgar identidad al mexicano en el mundo a través de la composición (Figura 5).
La introducción añadida al Himno Nacional
Cerremos el tema con un dato que es realmente interesante y casi desconocido. El himno que cantamos ahora es un poco distinto al original; musicalmente, no tenía la introducción que tiene actualmente; es decir, se iniciaba con la letra porque así fue como lo indicó Jaime Nunó. Si ponemos atención, ahora tiene unas cuantas notas que nos indican que el Himno ha comenzado. Esa pequeña introducción fue compuesta por el etnomusicólogo y profesor de música Daniel García Blanco (1929-2008) quien se percató que los niños se confundían y se perdían al comenzar el canto del himno, pues iniciaba “de golpe”, así que decidió enviar su propuesta a la SEP y al Gobierno en general.
Su solicitud fue aprobada y, desde 1984, el Himno comienza con esa pequeña introducción que nos anticipa las estrofas compuestas por Jaime Nunó y Francisco González Bocanegra. Este dato es poco conocido y no figura en las fuentes consultadas. Sin embargo, de pequeña conocí al maestro Daniel García Blanco, pues este era director de la Casa de la Música Mexicana -que se encuentra en una calle llamada Francisco González Bocanegra, en el centro de la Ciudad de México- y, por sus propias palabras, es que los alumnos de dicha institución supimos este interesante dato.
BIBLIOGRAFÍA
Beltrán, B. (1939). Historia del Himno Nacional Mexicano y sus narraciones históricas de sus autores D. Francisco González Bocanegra y D. Jaime Nunó. México: D. A. P. P.
Cid y Mulet, J. (1974). México es un himno: génesis e historia del Himno nacional mexicano. CDMX: Costa-AMIC Editor.
Radio, I. M. (12 de Agosto de 2016). 12 de agosto de 1854, en el concurso del Himno Nacional, se declaran triunfadores a Francisco González Bocanegra y a Jaime Nunó. México, México, México. Recuperado el 25 de septiembre de 2018
Romero, J. (1961). Verdadera Historia del Himno Nacional Mexicano. CDMX: UNAM.
FUENTES PRIMARIAS
Colección Antigua de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Himno Nacional, clasificación 76 ant/251/C.A.
Universal: periódico independiente / periódico político y literario, El, Fecha: 1854-08-12, HNDM, Biblioteca Nacional de México.
Siglo Diez y Nueve, El, Fecha: 1854-09-15, HNDM, Biblioteca Nacional de México.
[1] Se desconoce el apellido de este compositor debido a que el sobre que contenía su partitura era anónimo.
Verónica Alejandra Aguilar estudió el propedéutico en Instrumentista en Contrabajo en la Facultad de Música de la UNAM. Cursó el diplomado en Investigación Musical del Instituto Nacional de Bellas Artes y actualmente es estudiante de la licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras, también de la UNAM. Forma parte del equipo de Redacción Digital QUIXE.