Por Teresa Cortés
Hasta hace unos años, tatuarse estaba mal visto por la sociedad (por lo menos por la mexicana). En el imaginario colectivo, los tatuajes se relacionaban con los chicos rebeldes, como rockeros o personas que habían estado en la cárcel. Hacerse uno era, hasta cierto punto, peligroso, ya que no todos los establecimientos contaban con las condiciones sanitarias suficientes para tatuar sin riesgos. En ese caso, cualquier persona que se tatuara en un lugar insalubre corría el riesgo de contraer alguna enfermedad por vía sanguínea, como VIH o hepatitis C. Fue a principios de este milenio cuando se reguló la Ley General de Salud, y la opción de dibujar en el cuerpo para siempre resultó menos peligrosa.
Pero, ¿sabías que los tatuajes han existido desde hace miles de años? Así es. De hecho, en cada época han tenido diferentes significados. Los habitantes de las Islas Polinesias creían que los grabados en la piel eran de origen divino, ya que eran sus mismos dioses quienes los habían creado. Los pueblos originarios de África Oriental practicaban la escarificación, ya fuera con fines decorativos en las mujeres o para demostrar fortaleza y resistencia en los hombres. Independientemente de su objetivo, los tatuajes han estado presentes a lo largo de la historia.
El registro más antiguo con el que se cuenta es el de Ötzi. El hombre de hielo. Un humano de la época de las cavernas que vivió aproximadamente en el 3300 a.C. En su cuerpo se encontraron más de sesenta marcas conformadas por puntos y líneas. Los científicos concuerdan en que pudo ser una práctica de acupuntura asociada a la petición de intercesión mágica o divina para la curación de Ötzi, ya que, al parecer, padecía de varias enfermedades.
Pero, recientemente se realizaron nuevos hallazgos en momias que pertenecieron a una de las civilizaciones milenarias más desarrolladas. Hoy viajaremos al Antiguo Egipto, en donde por primera vez los tatuajes tuvieron una figura concreta. Acompáñenme…
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La civilización Egipcia es una de las más duraderas que han existido a lo largo de la historia de la humanidad. Se desarrolló, aproximadamente, del 3100 a.C. al 332 a.C. Sus principales actividades económicas fueron la agricultura y la ganadería, y su organización social fue una de las más admirables.
Es un hecho que los tatuajes formaban parte de la vida cotidiana de esa sociedad. Diferentes estudios revelan que sus temáticas se dividen en dos principales rubros: los que estaban asociados a la fertilidad y al erotismo, y los relacionados con escenarios de la vida rural. Pero, en cualquiera de los dos casos, no se ha podido definir con precisión su significado; así que veremos las hipótesis más aceptadas por la comunidad científica.
Se encontraron, en momias del sexo femenino, que vivieron durante el Imperio Medio (ca. 2050-1750 a.C.), un patrón de líneas tatuado sobre su vientre que en conjunto parecía ser una red. La interpretación fue la siguiente: cuando las mujeres se encontraban embarazadas atribuían protección a esa especie de malla. Ésta, con el fin de separar a la nueva vida que se gestaba en su interior del resto del mundo (Figura 1).
También se encontraron representaciones del dios Bes (Figura 2), deidad representada por un enano –asociado al parto, la maternidad y el erotismo– en los muslos de sacerdotisas, bailarinas y prostitutas. Estas se encontraban en la cara interna, es decir, en
la ingle, casi pegados a los órganos sexuales de la mujer. La explicación que dan los investigadores es que debido a que Bes era el encargado de velar por el parto de las mujeres y el placer sexual, actuaba como un guardia en la entrada de la vagina y era el primero en recibir a los niños recién nacidos. Hemos de pensar el Antiguo Egipto como una civilización en la que la religión y el erotismo se encontraban estrechamente relacionados.
En otras investigaciones, se encontraron en dos momias de una época más antigua (ca.3300 a.C.) figuras de animales relacionadas al ámbito rural. En un hombre se encontró la representación de un toro, motivo que probablemente estaba asociado a la virilidad masculina. Y en una mujer, alusiones a cayados pastoriles y a arruís —también conocido como carnero de berbería—. Probablemente asociados a las actividades ganaderas que realizaba esta mujer.
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Definitivamente, estos vestigios descubiertos en las pieles de quienes vivieron hace miles de años suman información para conocer la vida cotidiana en el Antiguo Egipto. Aunado a eso, resulta interesante descubrir cómo es que la práctica de tatuar el cuerpo ha sido empleada desde hace miles de años; más aún, que esos grabados cutáneos, los cuales se hicieron con fines prácticos para la vida de quienes los portaban, quedaron registrados después de su muerte, y seguirán existiendo para la posteridad.
Fotografía de portada: Carlos Bustamante