Sociedad Filarmónica Mexicana: antecedente del Conservatorio Nacional de Música

Por Verónica Aguilar

Muchos hemos escuchado sobre el Conservatorio Nacional de Música o visto su gran recinto en la avenida Masaryk, tal vez sin preguntarnos de quién fue la idea de crear un instituto de profesionalización en música, sin saber su fecha de creación. Es tan antiguo que, pareciera, siempre ha estado ahí. Este ha formado a muchos grandes músicos que se convirtieron en maestros, directores y fundadores de otras instituciones de música. Entre ellos, están Julián Carrillo, Manuel M. Ponce, Candelario Huízar, Silvestre Revueltas, Plácido Domingo, Mario Lavista, Horacio Franco, Carlos Chávez, José Pablo Moncayo; la lista es larga. A continuación, ahondaremos en sus antecedentes.

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Conservatorio Nacional de Música, AB en Wikimedia Commons, 2018.

Una cronología de la Sociedad Filarmónica Mexicana y el Conservatorio Nacional

Debemos tener en cuenta que, a inicios del siglo XIX, una gran porción poblacional era analfabeta y un sector reducido tenía buena educación[1] (Barceló, 2016). Un estudio afirma que esto daba a la población poca posibilidad de decidir sobre cambios necesarios, y era aún menor aquella que estaba interesada en cuestiones políticas. Así, algunas personas sí veían necesaria la enseñanza pública y, en los primeros años de independencia, el gobierno potenció la educación, inclusive en bellas artes como la música[2] (Barceló, 2016). Alba Herrera y Ogazón afirma que, entre todo el bullicio de las guerras en México, “los dos únicos escapes para la producción musical contemporánea habían sido la iglesia y el teatro […]”. La autora también afirma que la formación musical se cimentó después de la Independencia[3] (1922). Así, Mariano Elízaga abrió una convocatoria para formar una asociación musical, después de impartir clases de música en su casa, motivándolo a “fundar una escuela con apoyo y reconocimiento del Estado con la finalidad de formar músicos con métodos actualizados” (Barceló, 2016).

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Conservatorio Nacional de Música, c.a. 1949, Museo Archivo de la Fotografía (Colección) vía Wikimedia Commons

De esta manera, el 17 de abril de 1825 nace la primera “Sociedad Filarmónica”, creada por Elízaga, inaugurada “en el salón general de la Universidad, con asistencia del Presidente de la República, D. Guadalupe Victoria y de todos los funcionarios públicos”. Otros méritos de este personaje son la primera Academia Filarmónica de México en 1825 y, el siguiente año, el comienzo de la imprenta musical (Herrera y Ogazón, 1922). Después, en 1839, José Antonio Gómez funda la “Gran Sociedad Filarmónica”, cuya creación posiblemente partiera de las mismas necesidades de la fundada por Elízaga.

Otras asociaciones de este tipo surgieron posteriormente. Melesio Morales escribe en 1865 su ópera Ildegonda, la cual pensaba estrenar públicamente. Sin embargo, Aníbal Biacchi, dueño de la única compañía de ópera disponible en México, se opuso a ello. Entonces, amigos de Morales se reunieron con Biacchi para discutir el estreno, llamándose a sí mismos “Club Filarmónico” para dar más peso a sus demandas; sin embargo, ni poniéndose dicho nombre lograron que el empresario debutara la obra de Morales. El público, al enterarse de esta situación, “no tuvo escrúpulo en levantar una gresca terrible en plena función teatral, pidiendo a gritos la ejecución de “Ildegonda” hasta que Biacchi, obligado por el escándalo, hubo de prometer tal cosa”. De esta manera, se creó el Club Filarmónico que “finalmente, en 1866 (se llamó) ‘Sociedad Filarmónica Mexicana’ [SFM] que había de encauzar las energías de músicos y amantes de la música hacia la creación del Conservatorio Nacional” (Herrera y Ogazón, 1922). A ella pertenecieron grandes músicos, tales como: Julio Ituarte, mismo Melesio Morales, Aniceto Ortega, Francisco Villalobos y Tomás León. (Barceló, 2016).

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Conservatorio Nacional de Música, 1948, Archivo Histórico de Sinaloa vía Wikimedia Commons

El 14 de enero de 1866 se inaugura la SFM adecuadamente, la cual “puso en práctica un magnífico plan para hacer efectivas la enseñanza y la propagación, en todas sus formas, del arte musical. Se empezó por lanzar una excitativa general para contribuir al sostenimiento de la Sociedad; el resultado fue la pronta reunión de 192 socios protectores (entre los que se encuentra el gran pianista Franz Liszt), 160 socios aficionados, 87 socios profesores, 26 socios literatos y un socio honorario; en total 466 socios” (Herrera y Ogazón, 1922).

Después de esta organización fundamental, se buscó un lugar para instalarse y poner en marcha el Conservatorio. El profesor Agustín Caballero ofreció el local que él ocupaba para su academia “para que el Conservatorio abriera sus clases, entretanto se buscaba un sitio más apropiado” (Herrera y Ogazón, 1922). Caballero fue nombrado director. Sin embargo, el sistema político de México estaba en una situación delicada, pues el imperio de Maximiliano había caído, por lo que temían la disolución del Conservatorio. Pero por fortuna, desde la inauguración, hubo bastante afluencia y “en tres o cuatro meses alcanzó la escuela tal prosperidad que el Ayuntamiento encontró conveniente se incorporase al Conservatorio la Academia de música sostenida con fondos municipales y dirigida por la Sra. Luz Oropeza” (Herrera y Ogazón, 1922). De esta manera, fue necesario cambiar de ubicación la institución a un edificio más adecuado, y fue el mismo presidente Juárez quien les otorgó el edificio de la Ex Universidad (Bellinghausen, 2019). Así, el Conservatorio comenzó a dar clases en enero de 1868. Se impartían las siguientes materias, según Bellinghausen: “Aparatos de la voz y del oído”, “Filosofía y Estética de la música”, “Historia de la Música y Biografía de sus hombres célebres”, “Estudios de trajes y costumbres”, “Pantomima y Declamación”, “Solfeo”, “Canto”, “Instrumentos de arco, de madera y de latón”, “Piano, arpa y órgano”, “Composición”, “Instrumentación”, “Arqueología de los instrumentos de Música”, “Historia Antigua y Moderna” y “Castellano/italiano/francés”.

Me parece importante enlistar las materias pues, quienes que nos hemos formado en instituciones musicales actuales, podemos ver que muchas de estas asignaturas no han cambiado a lo largo de más de cien años. Esto indica el avance que los maestros tenían en aquella época sobre la formación musical, o lo atrasados que seguimos nosotros como músicos del siglo XXI. Hay que destacar la materia dedicada a los célebres de la música, pues evidencia que, desde entonces, ninguna mujer había logrado ser considerada “célebre” en el ámbito musical por cuestiones culturales donde la mujer era relegada al hogar. No obstante, irónicamente este Conservatorio fue el primero en aceptar a mujeres en sus aulas y en dejar que pudieran recibir un título (Secretaría de Cultura, 2018).

Para 1873, el Conservatorio ya contaba con “43 profesores, 763 alumnos, 260 alumnas y dos grandes cuerpos de coro integrados por más de 300 artesanos. […] La sociedad Filarmónica había llegado a su apogeo. […] Procurar la unión de los filarmónicos; propagar la escuela clásica que más temprano o más tarde constituiría la recreación favorita de la sociedad culta, e introducir en la capital la costumbre de los grandiosos espectáculos” (Secretaría de Cultura, 2018) fueron algunos de los motivos por los que la sociedad decidiera presentar grandes festivales.

El primer festival tuvo la suerte de coincidir con el centenario del nacimiento de Beethoven.  Lo denominaron “Festival Mexicano”, se llevó a cabo en el Gran Teatro Nacional y se interpretaron piezas canónicas de Mozart, Mendelssohn, Haydn, Haendel y, por supuesto, de Beethoven. De acuerdo con Herrera, los escritos de la época mencionaban que “fue uno de los espectáculos líricos más espléndidos que registran nuestros fastos” (Secretaría de Cultura, 2018). Otro logro de la Sociedad fue la revista La Armonía “que permitía resaltar los méritos y el crecimiento de la Sociedad Filarmónica- y la adquisición de un acervo bibliográfico especializado que en la actualidad resguarda la Biblioteca del Conservatorio Nacional de Música” (Barceló, 2016).

Sin embargo, en 1877 la SFM tuvo problemas financieros, y el gobierno nacionalizó el Conservatorio integrándolo al sistema educativo de Estado Mexicano. A partir de ese año, el Conservatorio devino en una de las escuelas del sector público mexicano. Al llegar Porfirio Díaz al poder, la arquitectura, la literatura y la música se vieron influenciados por “lo francés”, por lo que en el Conservatorio “se empezaron a presentar cambios en la inclusión de prácticas pedagógicas francesas causando disturbios entre los profesores que no compartían la metodología” (Bellinghausen, 2019). Así, en 1881 Alfredo Bablot se convirtió en el primer director extranjero del Conservatorio, quien por “su amplia cultura, su talento […] y su gusto inmenso por el arte en todas sus manifestaciones, le hicieron pronto muy popular entre nuestros intelectuales más refinados. […] En su periodo administrativo elevóse notablemente el nivel artístico de esta escuela lográndose adelantos muy importantes; entonces recibieron allí su educación músicos tan celebrados como Ricardo Castro, Felipe Villanueva y Gustavo E. Campa” (Secretaría de Cultura, 2018).

De esta manera se nota “cómo los movimientos político-culturales formaron parte de las disposiciones progresistas del gobierno del general Porfirio Díaz (1830-1915)” (Barceló, 2016). Durante el Porfiriato creció la actividad artística de Ciudad de México debido a la profesionalización del Conservatorio, enviando a profesores y estudiantes destacados a cursos en Europa.

Para 1907, la sede del Conservatorio se mudó, pues las instalaciones de la antigua Universidad estaban en malas condiciones. El nuevo lugar fue “una casona de la Tabacalera Mexicana, frente al hoy Museo de San Carlos”. Sin embargo, no era adecuado para sus objetivos musicales, pues no tenía un teatro “y se encontraba fuera de los entonces límites de la ciudad. […] En ese lugar el Conservatorio permaneció unos pocos años, pues en 1912 adquirió la magnífica casa de Moneda 14 y 16, exactamente frente al Museo Nacional.” (Bellinghausen, 2019).

De acuerdo con Bellinghausen, en enero de 1915 el personal del Conservatorio fue suprimido por órdenes del Ejército Constitucionalista, pero la Convención de Aguascalientes lo reinstaló. Cuando terminó la Revolución, emergió el Nacionalismo Revolucionario, pues “las artes mexicanas se transformaron en el medio por el que la nueva nación habría de reflejarse”. En esta nueva etapa, egresaron Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, José P. Moncayo y Manuel M. Ponce. (2019).

Finalmente, el Conservatorio se convirtió “no solo en una de las entidades básicas del nuevo Instituto Nacional de Bellas Artes, sino en uno de los fundamentos para su creación en 1946”. Esto debido a la excelencia que alcanzó musicalmente en la época posrevolucionaria (Bellinghausen, 2019). El Conservatorio necesitaba un espacio adecuado a las necesidades de una institución profesional de música, por lo que “el Gobierno expropió los terrenos del Club Hípico Alemán que se encontraba en las afueras de la Hacienda de los Morales” debido a que, al hundir barcos de Pemex, México declara la guerra a potencias del Eje. De esta forma, Mario Pani diseñó una gran escuela de música; “el Conservatorio se trasladó temporalmente a la escuela Normal de Maestros, y finalmente en 1949 se inauguró solemnemente la nueva sede. Este es el edificio que hoy ocupa el Conservatorio, y que desde el año 2012 es catalogado como Monumento Artístico de la Nación.” (Bellinghausen, 2019).

Como hemos podido ver, la creación del Conservatorio de Música tuvo antecedentes vinculados con la política y la sociedad de la época que lo vio nacer. Como mencioné al inicio, no nos cuestionamos por el origen de esa gran construcción que ha estado ahí por tanto tiempo. Lo mismo sucede con instituciones similares como la Facultad de Música de la UNAM, la Escuela Superior de Música, la Escuela Ollin Yoliztly, y otras cuya historia estaremos narrando en QUIXE.

Bibliografía

Alba Herrera y Ogazón. (1922). El arte musical en México. México: Departamento Editorial de la Dirección General de las Bellas Artes, CENIDIM.

Alejandro Barceló Rodríguez, Israel Cruz Olalde, et al. (2016). 150 años de Educación Musical en México, Libro de Aniversario del Conservatorio Nacional de Música. México: Estudios e Investigaciones, Instituto Nacional de Bellas Artes, Conservatorio Nacional de Música.

Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. (1990). “La Intervención Francesa y el Segundo Imperio”. 11 de octubre de 2019, de INEHRM Sitio web: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3403/10.pdf

Karl Bellinghausen. (2019). El Conservatorio Nacional de Música: una institución de 150 años. 11 de octubre de 2019, de INBA Sitio web: https://conservatorio.inba.gob.mx/menu-prueba-cnm.html

Secretaría de Cultura. (2018). “El Conservatorio Nacional de Música, referente del desarrollo artístico y educativo musical en México”. 11 de octubre de 2019, de Gobierno de México Sitio web: https://www.gob.mx/cultura/prensa/el-conservatorio-nacional-de-musica-referente-del-desarrollo-artistico-y-educativo-musical-en-mexico

SEMBLANZA: Verónica Aguilar estudió el propedéutico en Instrumentista en Contrabajo en la Facultad de Música de la UNAM. Cursó el diplomado en Investigación Musical del Instituto Nacional de Bellas Artes y actualmente es estudiante de la licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras, también de la UNAM. Forma parte del equipo de Redacción Digital QUIXE.

[1] “[…] la participación de los mexicanos en la vida política de la nación se encontraba circunscrita a un sector muy reducido de la población que poseía un buen nivel de instrucción. […] cerca de siete millones de habitantes de la república eran en su mayoría analfabetas”

[2] “con el comienzo de la vida independiente, una característica en las políticas de la enseñanza vino a fortalecerse […] optimizar la educación era una tarea con diferentes vertientes, por lo que no existió como objetivo único la instrucción de las primeras letras. La enseñanza de la música también ofreció un renglón al que había que atender y también formó parte de los ideales por mejorar la educación”

[3] “es un hecho innegable que la inspiración musical mexicana sólo empezó a tomar seriedad después del tremendo terremoto de la Independencia”.

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